Ya está en marcha la campaña electoral que nos llevará a las elecciones del próximo 2 de diciembre. Una campaña electoral que, a tenor de lo que estamos viendo en los últimos años, estará llena de tuits, noticias falsas, memes virales, exageraciones en las redes y debates intrascendentes. O sea, tendremos una campaña «de Luxe», con bastante zafiedad, que no tratará los temas que hay que tratar, empezando por el económico.

Porque un primer tema que hay que tratar en esta campaña electoral es el del atraso relativo de la renta andaluza respecto de la del resto de España. El hecho objetivo, al que los andaluces nos hemos acomodado, es que el producto interior bruto per capita andaluz es, desde hace años, el 70-75% de la renta media española, concretamente, según datos del INE para 2017, el 74%. Para hacernos una idea más clara, si el PIB andaluz es 100, el español es 135, mientras que el catalán es 162 y el de Madrid es un 183 (¡casi el doble!). Y la diferencia es prácticamente la misma desde hace 30 años.

El problema de fondo de esta persistente divergencia entre nuestra economía y la del resto de España es relativamente simple: la productividad media del ocupado andaluz es menor que la media española, al tiempo que hay una mucho mayor tasa de paro y una menor tasa de actividad.

Andalucía no converge con la media española porque no crece en sectores de alta productividad. Es decir, mientras no se desarrolle un potente sector industrial (con más capital e innovación) y un sector de servicios avanzados (sanitario, educativo, financiero, comercial, servicios a empresas, etc.), mientras no crezcan las empresas andaluzas internacionalmente, no aumentará la productividad. Mientras Andalucía lo fíe todo a su tierra (la agricultura y la industria agroalimentaria básica), al clima y patrimonio histórico (el turismo) y a omnipresencia de la Junta (Administración y Servicios Públicos) la productividad media no será alta y crecerá lentamente, porque la acumulación de capital físico será muy baja. No es con olivos en seto, bares, hoteles y servicios públicos como crece la productividad de una economía (aunque también).

Pero el problema más grave es la tasa de paro. Según la última EPA, la del segundo trimestre de 2018 porque la del tercer trimestre se publicará mañana, el número de parados en Andalucía era de 910.000 personas, o lo que es lo mismo, el 23,09% de tasa de paro. Puesto que la media española es del 15,28%, la de Cataluña es del 11,29% y la de Madrid es del 12%, se puede decir que Andalucía tiene una tasa de paro un 51% superior a la española, el doble de la catalana y un 92% más alta que la madrileña. Y lo malo no es solo que haya más de 910.000 personas en paro, es que eso supone, además, 300.000 hogares con todos sus miembros en paro, lo que determina una alta tasa de pobreza sin perspectivas de salida de la situación. Un paro que no tiene solución mientras no se creen más empresas y no aumenten de tamaño las que ya tenemos.

Así pues, mientras el mercado de trabajo andaluz tenga un comportamiento tan divergente con respecto al resto de España y la estructura productiva no cambie, Andalucía no convergerá en renta. Si tenemos en cuenta que tenemos el mismo marco jurídico en el mercado de trabajo, que el nivel competencial de la Junta es de los más altos de España y que ha recibido per capita más fondos europeos que casi ninguna otra región, me temo que alguna responsabilidad en esto tienen los más de 36 años de gobierno del PSOE. Por eso, me gustaría oír en esta campaña alguna explicación que no ofenda mi inteligencia (acudiendo, por ejemplo, al atraso histórico), como me gustaría oír propuestas de la oposición que no sean obviedades. Pero mucho me temo que no tendremos ni explicaciones, ni propuestas.

* Profesor de Política Económica. Universidad Loyola Andalucía