No es casualidad que anoche se produjera un eclipse bermejo. La luna se tiñó de rojo pero luego alcanzó oscuridades de finitud. No, no es casualidad que el rojo se eclipse. Tampoco es casualidad que ayer la luna roja comenzara su declive hasta su previsible pagamiento de luna nueva tras atravesar la fase triste, el desierto rojizo, del cuarto menguante. Los rojos están menguando, como Selene, y se eclipsan a ojos vista como la luna de anoche. Y no pasa nada, el sol muere cada día pero vuelve a salir. Si las estaciones no se sucedieran no se renovaría el ciclo de la vida, que nunca termina. La fase infinita del dizque socialismo andaluz ha terminado en un nuevo amanecer azul, naranja y verde que, tarde o temprano, también acabará un día y seguramente sin tener que esperar treinta y ocho años. Esto lo deberían interiorizar los asalariados de la política, para que el ocaso y las inexorables mecánicas celestes no les pillaran desprevenidos. El Pueblo es el eje de la Tierra, el que marca la variedad de las estaciones, el que decide con su infinito giro los días y las noches y la alineación del planeta que en un momento dado provoca eclipses y demás cosas inextricables del cielo. Ahora parece que el mundo que nos rodea va apagando sus rojeces, que el rojo se funde a negro como la novela de Stendhal, y mientras los chinos se preparan para celebrar el nuevo año del Cerdo, aquí abajo, y posiblemente más pronto que tarde, al norte de Sierra Morena los astros y ese eje de la Tierra que es el Pueblo se están confabulando para alumbrar el año de la gaviota, de la naranja y del verde que no tiene ni animal ni fruta pero que a mí me parece que es un bacalao porque va a ser el que lo va a partir, o una sartén porque la va a tener por el mango otra vez. Lo rojo decae, Llamazares se eclipsa en Asturias, el osezno Errejón se refugia tras el madroño, Iglesias se camufla en el bosque de su villa, los Garzones no se sabe si viven o penan ni dónde están, Monedero missing, Echenique asoma sus simplezas de ideólogo previsible y soso en el pico del pájaro de Twitter. Como en el soneto cervantino, fuese y no hubo nada. Vanse y no habrá nada.

* Profesor

@ADiazVillasenor