Amigos y amigas: no os preocupéis, porque tenemos a Echenique. Es decir: frente al ocaso de la civilización occidental, tan encarnada en la dificultad contrastada y de época para entender lo que se nos dice o aquello que leemos --suponiendo que todavía leamos algo--, tenemos a Echenique para explicarnos y para razonar lo que escuchamos o lo que nos escriben. Echenique viene a ser un interpretador de las palabras que nos mira de frente desde su lucidez, porque posee resortes interiores que la razón no entiende y puede descifrar cualquier enigma críptico de nuestro presente o el crucigrama más enrevesado del pensamiento público. Así, frente a las dificultades de interacción lógica generadas a los separatistas tras el complejo discurso del Rey en Nochebuena, afortunadamente contamos con Echenique, que no solo ha elaborado un comentario de texto del discurso de Felipe VI, sino que ha ajustado su resumen o análisis a nuestras premuras navideñas. Echenique ha logrado encapsular la esencia de la esencia juanramoniana y lúdica del discurso, una especie de almendra de la disertación monárquica en apuros, porque no se entendía, y nos la ha traducido al lenguaje de hoy. Dice Echenique: «Frente a un Felipe VI que en 2017 decidía atar su destino a las derechas, creo que ayer vimos a un jefe de Estado que rectificaba parcialmente, que moderaba su discurso y que de algún modo demostraba tener un mejor olfato político que el que tuvo entonces». Esto es brillantez. Por momentos dudo si nos merecemos a este hombre, pero también si él nos merece a nosotros. Porque, claro, es sabido que exigir el cumplimiento de la ley o el respeto hacia la mitad de la población, contraria al proceso independentista, resulta claramente de derechas. No debo enturbiar su honestidad. Pero cómo no valorar, con una inocentada, su generosidad. A partir de ahora que nos lo explique todo. Este hombre nos habla como si cada día fuera 28 de diciembre y por eso escucharlo es una fiesta.

* Escritor