Con el 60% por ciento de los votos escrutados, el PSOE de Córdoba cumplía las encuestas y sacaba adelante tres escaños: el del ministro de Agricultura y cabeza de lista, Luis Planas; el de la exdelegada del Gobierno en Córdoba y exalcaldesa de La Carlota, Rafaela Crespín, y el del exdiputado socialista (y que fuera portavoz del PSOE en el Ayuntamiento) Antonio Hurtado. Los otros tres escaños se los llevaban Andrés Lorite, del PP; Marcial Gómez, de Ciudadanos, y Martina Velarde, de Unidas Podemos.

Pero, hete aquí que, en llegando al 85% del voto escrutado en la provincia, se mueve el tablero: el PSOE pierde un escaño y entra Vox en la jugada, con su candidato, José Ramírez. Y con el 96% escrutado, las cosas seguían igual.

Así que en la Redacción nos preguntábamos, mientras se movían las cifras, por Antonio Hurtado, y pensábamos en lo mal que lo podría estar pasando, pendiente de ese implacable tic-tac que podría alejarle de los Madriles, donde aterrizó como senador en el 2008 y ha seguido como parlamentario en el Congreso de los Diputados hasta hace unos días.

Al final, se ha quedado fuera. Sin demérito de los demás diputados electos, ni mucho menos de los que ocupaban los primeros puestos en la lista socialista de los que no se discute aquí ni valía ni trayectoria, hay que señalar que Hurtado ha sido trabajador, de buen talante, pendiente también de Córdoba y, en los últimos tiempos, una inestimable ayuda para comprender mejor qué le deparaban a nuestra provincia los dichosos y rácanos Presupuestos Generales del Estado, por poner un ejemplo. Todos los periodistas --o casi todos, vaya ser que algún compañero no esté de acuerdo-- nos hemos llevado bien con Antonio Hurtado porque no se escondía cuando lo llamabas --es muy habitual que el político que te agobia «para salir» se quite de en medio cuando hay algo conflictivo-- y ha tenido buen talante, que no es poco. Ahora, su partido lo pierde para el Congreso de los Diputados, pero suponemos que buscará la forma de recuperarlo para alguna tarea, aunque él tiene en la Diputación de Córdoba su puesto de funcionario. Así son las cosas de la política, y de la vida, implacables y fulminantes.