La sonrisa de un niño refleja ilusión al mismo tiempo que inocencia, de ahí su dulzura. Ese es lo que consiguió Víctor Arévalo, jugador del Real Betis Futsal que cuando intentaba impedir que un balón se marchara fuera, la inercia le llevó a una zona donde había tres niños. Y con el fin de hacerles reír, apoyó su cabeza sobre la misma para sorpresa de los menores.