La señora Susana Díaz ha convocado elecciones al Parlamento de Andalucía para el día 2 de diciembre. Estamos en un momento convulso económica y políticamente, pero menos de lo que se prevé será marzo de 2019, ya que, la incertidumbre alrededor de España parece crecer exponencialmente. Son diversos los aspectos que se pueden entroncar y tornar en oscuro el panorama de la actual presidenta de la Junta de Andalucía. Por un lado, aparecen las posiciones cada vez más radicales de independentistas vascos y catalanes, con exigencias al Gobierno de señor Pedro Sánchez en las que tendría que vulnerar hasta la separación de poderes para poder satisfacer; cosa que viendo su comportamiento es probable que haga por aprobar los presupuestos generales y mantenerse como presidente del Gobierno. Además, no dejan de salir irregularidades en diferentes aspectos de la formación y pertenencias de sus ministros y él mismo, como por ejemplo los chalets del señor señor Pedro Duque o señora Isabel Celaá, aunque esto no haya desembocado en dimisiones como las del señor Máxim Huerta o señora Carmen Montón que se ve fueron las víctimas propiciatorias ejemplarizantes para luego poder pasar por alto todo lo que hayan hecho los demás. Por otro, están las consecuencias económicas de aprobar dichos presupuestos, que son un ataque directo al bolsillo del contribuyente, no precisamente de los ricos, y un peligro para poder dejar ya atrás la salida de la crisis económica. La señora Díaz, a quien tengo por una persona lista, ha visto que las políticas del Gobierno central pueden hacerle perder votos en cuanto el ciudadano tome conciencia de las medidas impositivas adoptadas, aunque afirme apoyar los presupuestos.

La pregunta clave ahora es, al menos para mi, a quién votar. Se que habrá mucha gente que lo tenga claro, ya sea porque su sustento depende de ello o porque siempre han votado lo mismo, pero en mi caso, que soy una de esas indecisas que solo desea profundamente a alguien que realmente relance la economía andaluza, pues la cosa está muy negra. Obviamente, a la señora Díaz no pienso votarla después de los 40 años de la nefasta gestión del PSOE, estando a la cola de España en renta per cápita, sanidad y educación, además de las muy diversas y muy graves corruptelas sabidas y que quedan por saber, así que restarían los tres candidatos de los otros tres grandes partidos (ya sé que también están los partidos más minoritarios).

La primera opción sería señor Juan Manuel Moreno del Partido Popular. Independientemente de la impresión que pueda causar dicho candidato, es decir su falta de carisma, lo que asusta es su falta de ideas o al menos lo que parece ser su falta de ideas. Todo su discurso se articula en torno a cuatro frases genéricas que suenan bien como «Andalucía es un fórmula uno cargado de potencialidades, de talento y de historia», de acuerdo pero no se sabe ni lo que realmente quiere hacer ni cómo va a hacerlo. No hay propuestas concretas, excepto quitar el impuesto de Sucesiones y Donaciones y bajar el tramo autonómico del IRPF, pero ¿cómo sacamos a Andalucía de donde está? ¿cuáles son los objetivos de política económica? ¿cuáles son las medidas económicas que va a adoptar? ¿dónde están los estudios de previsión de dichas medidas? Esta falta de estrategias reales no es exclusiva de dicho candidato, si miramos a señor Juan Marín pasa lo mismo o peor. Ciudadanos es una absoluta decepción a nivel autonómico. Este candidato, antiguo miembro del PSOE, lleva gobernando prácticamente cuatro años con la señora Susana Díaz y no ha hecho absolutamente nada. Su único logro ha sido la reducción del impuesto de Sucesiones y Donaciones, es decir, ha tenido la llave de la gobernabilidad en Andalucía para simplemente asegurarse de asentar su propia posición y nada más. Carencia absoluta de propuestas reales de gestión y presión a la Junta de Andalucía, vamos lo que se dice vulgarmente «bailarle el agua» al PSOE andaluz y a vivir. Por último, la señora Teresa Rodríguez, sin duda la mejor oradora, tiene más propuestas e ideas, pero claro a estas alturas del siglo XXI y viendo las consecuencias económicas y sociales que han tenido en muchos países, las ideas de corte populista comunista en mí no calan. Gastar dinero público no es la solución para nada, solo es un camino hacia un desastre económico; a lo que se le une el nivel de hipocresía al que han llegado muchos miembros de su partido, al estar continuamente contradiciendo sus propios principios y valores. Vamos, que no quiero votar a ninguno de ellos. Y ahora ¿qué?

* Profesora de Economía de la Universidad Loyola Andalucía @msalazarord