El drama suele aparecer por la noche, cuando ambos abren sus ventanas y ven una hilera de pájaros volar o el maullido lastimero de un gato callejero que reclama comida y cariño. Cuando estiran la mano y la cama se hace inmensa, cuando juegan con las posturas. Ponte en diagonal. No me salgo. Dónde estás. A la izquierda. Bocabajo. Te has ido. Me quedé dormida.

La noche todo lo magnifica. El día tapa las sombras, con esa luz dura, aplastante, que apenas deja ver. El día invita a una cerveza con María, a un café con Javi, a fresas en el supermercado, a una librería, a fotografiar las copas de los árboles, visita a mamá, estudios, trabajo, bici, llamadas, un mate de Jordan, This is us, ya estamos en junio, tercer mes, no más noticias ni expectativas. Porque prefieren no saber. Algún día abrirán el periódico y dejarán la tostada a medias.

El drama no es malo. Ni llorar. Los dos son luces y sombras, y como tal se quieren. El drama les acerca, les hace acumular símbolos, estados y sensaciones. El drama es levantarse con una cara triste, llenar la cafetera y que sobre la mitad. El drama es no ver el final, ni siquiera poder pensar en él. Es cuando tienen que abrazar a la almohada ante la ausencia del otro. Es la noche, cuando el contacto físico se hace más necesario. El drama es la paciencia desmoronada, cuando vuelan las camisetas y las leyes, y les importa una mierda todo, el virus y las fronteras, y están dispuestos a lanzarse, barajan estrategias, se encontrarán en una gasolinera, cruzarán dos provincias, pondrán un bote para la multa, harán un listado de excusas, hartos del baile de fechas, de interpretar el BOE, de la incertidumbre, de que nadie piense en ellos, de esta injusticia romántica.

Consumen la noche regodeándose en el drama hasta caer vencidos, hasta que a las 8:37 se vuelven a despertar, se dirigen a la cocina y terminan de vaciar la cafetera. Buenos días, amor. Ninguno le echa azúcar al café. ¿Me mandas un abrazo grande? Lo necesito. Le lee unas líneas de la página 140. Me alegra saber que estás ahí, hasta en mis días tontos y dramáticos.