Decía antes de ayer ese señor alto que cobra como ministro de Sanidad que «hemos doblegado», «hemos logrado», «hemos conseguido», formas verbales compuestas con objetos directos como «la curva», «la tendencia» y todos los que queramos añadir, que el papel lo aguanta todo y las ruedas de prensa filtradas y selectivas, también. Que uno sepa, cuando no hay un remedio para una enfermedad grave, sea vacuna o tratamiento, los enfermos y las enfermas graves suelen morir si no resisten a la enfermedad, si ahora mueren menos será porque ya han muerto casi todos y todas los y las que no han podido resistir, y los y las que quedan están aguantando mejor gracias sobre todo a su propia naturaleza y a la profesionalidad y atención del personal sanitario. O sea, que no sé qué hemos logrado ni doblegado ni conseguido, como dice el que cobra de ministro. Porque ante un cúmulo de medidas contradictorias y muchas veces descabelladas, en todo caso será un milagro que no haya un rebrote pronto al dejar a niños y niñas sueltos y sueltas y, a partir de mayo, deportistas y no deportistas. No hace falta ser un experto o una experta para suponer que si toda la población no es sometida a un test de detección fiable, o a varios, los contagiados y las contagiadas asintomáticos y asintomáticas representan una bomba de relojería que puede volver a levantar el brote en cualquier momento. Pero parece que los expertos y las expertas no se dan cuenta, y si se dan cuenta deben expertos y expertas de carnet. Pero hay que obedecer a los expertos y a las expertas, nos dicen. Lo que sí hemos logrado y conseguido en este país desde la Transición es tener a veintidós personas cobrando como ministros y ministras de Sanidad: cuatro de UCD, siete del PP y once del PSOE. Entre administrativos, físicos, abogados, ingenieros, economistas, juristas y sociólogos hasta el actual concejal licenciado en filosofía, sólo hubo una médica, Ana Pastor (PP) y un científico biomédico, Bernat Soria (PSOE). Ese es el nivel requerido por los gobiernos, gente especializada en saltar de ministerio en ministerio. Esa es la tendencia que hay que doblegar, esa es la curva.

* Escritor