El Gobierno busca con ahínco el origen del coronavirus. Se ve que ha tirado la toalla para dar con el final. La vicepresidenta e ilustre epidemióloga Carmen Calvo ha descubierto que la causa de la pandemia en nuestro país es una línea imaginaria que une Madrid con Nueva York, Teherán y Pekín. Quizá se refiera a la misma delgada línea que separa la extravagancia del ridículo.

Cada semana, tengo el firme propósito de no hablar de la gestión de la crisis, pero el Gobierno, con sus recurrentes ocurrencias, me impone el sacrificio de faltar a mi promesa. Ahora que vamos camino de los cinco millones de desempleados, el Ejecutivo negocia la reforma laboral con los herederos de ETA. Tal vez los han elegido por su experiencia en encontrarles trabajo a asesinos encapuchados. Se rumorea que Arnaldo Otegui va a ser nombrado secretario de Estado de Seguridad Social. Al parecer, está muy familiarizado con las pensiones de orfandad y viudedad. Adriana Lastra, Pablo Echenique y una tal Mercedes Aizpurua han acordado un nuevo Estatuto de los Trabajadores rubricando un documento de diez líneas que, con diez líneas menos, bien pasaría por un informe de vida laboral de sus firmantes. En el currículum de Aizpurua solo figura una condena a prisión por dedicarse a enaltecer el terrorismo durante su jornada laboral. A Adriana Lastra no se le conoce trabajo alguno, aunque todavía está a tiempo; solo tiene cuarenta y un años. Sin embargo, quien sí ha demostrado un profundo conocimiento de la legislación laboral es Echenique, que ya cuenta en su haber con dos sentencias condenatorias por no dar de alta a su empleada. Hay quien da palos a todo menos al agua.

La ministra de Trabajo auguraba al inicio de la crisis que los niños españoles iban a saber muy bien qué era un ERTE, pero viendo el contenido de los últimos decretos parece que ella aún no lo ha entendido. Las previsiones más optimistas sitúan la tasa de desempleo de los próximos meses en cifras insoportables, pero aquí se legisla en contra del empresario y en perjuicio de los trabajadores. Algunas voces que no temen que Marlaska les detenga han osado criticar la deriva comunista de la reforma laboral, y rápidamente Pablo Iglesias ha contraatacado acusándoles de sufrir urticaria por verle en el poder. Los dermatólogos dicen que la erupción no es preocupante; tan solo es una reacción cutánea al veneno. Para motivar al pueblo, el Gobierno ha emprendido una campaña publicitaria bajo el eslogan salimos más fuertes, en lo que sin duda es una falta de respeto a los millones de trabajadores que han perdido su empleo, y un insulto a la memoria de los miles de españoles muertos por el virus, incluidos los resucitados por Fernando Simón, personaje alérgico al peine, las corbatas y la verdad.

Se acerca el fin de curso y la entrega de notas. El presidente del Gobierno se ha dado un notable en la gestión de la crisis. Será porque ahora se pasa de curso hasta con un cero.

* Abogado