En España se producen más de 500 hurtos al día, que arrecian en verano. No es broma. Fuera de Europa, en Inglaterra, se lo toman muy en serio. Por eso crearon en 1999 Design Against Crime, una organización hoy dependiente de la University of the Arts de Londres, que se ocupa del asunto. Para ello cuentan con ladrones profesionales como asesores, que a cambio de desvelar trucos redimen su condena.

Sus propuestas buscan reducir los delitos, pero usando medios preventivos lo más afables posible. Por ejemplo, el dibujo hiperrealista de una piscina en el suelo, que delimita el espacio de privacidad de los usuarios de un cajero. También han desarrollado una serie de artilugios para sujetar el bolso, ya sea al propio vestido, la mesa o la silla y así evitar el tirón. Incluso una hendidura en el asiento de la silla que basta para asegurarlo. O una funda de ordenador portátil serigrafiada que imita un diario doblado y así alejar moscones.

Resulta muy curioso su análisis sobre el hurto en tiendas, donde España ostenta un meritorio sexto puesto en el ranking mundial.

Han descubierto que simplemente bajando las estanterías por debajo de la altura de la vista, disminuye drásticamente el robo. O que complicando el sistema para sacar el blíster de su encaje, ese lapsus de tiempo disuade a pispas ocasionales. Otro truco es visualizar al propio caco, si se ponen muchos espejos, o mejor una pantalla retransmitiendo en directo el espacio, se les van las ganas.

Hay métodos menos afables con el ladrón, una alarma que si el bolso se separa de su dueña emite un berrido ensordecedor de 120 decibelios para aturdirlo. O las consabidas cápsulas grapadas al producto que lo estropean manchándolo o esparciendo un delator olor a podrido.

Su conclusión es que no hacen falta enormes cadenas ni rejas ni más policía, sino azuzar el ingenio, y que sale más barato.

* Periodista