Ni los atentados del 11-M del 2004 ni la crisis económica. Tampoco el miedo al ébola, los supuestos casos de acoso sexual por parte de refugiados o los atentados de Barcelona y Cambrils. Nada de eso ha provocado actitudes racistas o xenófobas en la población española. Este dato se ha traducido en la no existencia de discursos populistas y xenófobos mayoritarios en el panorama político español. En el ámbito académico se resalta como caso prácticamente único en Europa, ante el surgimiento de esas voces en muchos estados y parlamentos de la UE.

Y así estábamos hasta que irrumpe el nuevo presidente del PP y pone ahí el foco. No lo hace con datos reales y contrastados sino agitando la bandera del miedo, del egoísmo y de la supuesta voz de lo que «piensan los ciudadanos», reforzando la posverdad como herramienta factible en la política española. Albert Rivera le sigue raudo y se planta en Ceuta para apoyar a los policías en su inhumana tarea de poner puertas al mar.

No, señores, no es ético ni responsable poner el foco en la migración. No, ustedes no están diciendo algo políticamente incorrecto sino falso. Las causas de la migración son múltiples y complejas. La migración forzada, los solicitantes de asilo, no está sujeta a la arbitrariedad de las soberanías nacionales sino protegida internacionalmente. Mezclar los tipos de migración con la intención de desnaturalizar el drama, es maligno. Ustedes están trayendo discursos xenófobos de forma irresponsable a un país que no los tiene. Están señalando a las víctimas, a los vulnerables, a los que no se pueden defender, en lugar de señalar al problema, a los responsables que se enriquecen con la desgracia ajena. Si la justicia social, el compromiso humanitario o la solidaridad no son suficiente motivo, piensen en la balanza demográfica que tenemos. Necesitamos que lleguen personas en edad laboral y coticen también para poder sostener nuestro sistema, ese con el que sacan pecho y votos. Piénsenlo antes de seguir por este camino.

* Analista de Agenda Pública