En la Asamblea de la Federación Andaluza de Fútbol llegó el turno para los ruegos y preguntas cuando la hora de almorzar se acercaba. Un asambleísta de un club gaditano cogió el micrófono y, con tantas ganas de hablar, acabó dando un discurso de siete minutos. Al acabar se llevó un gran aplauso de los asistentes, deseosos de irse a comer.