Se anunciaba en Córdoba el tradicional Concierto de Año Nuevo, en el Gran Teatro. Yo, María Pilar Aumente Díaz, quería, como otros años, asistir al mismo. Qué mejor forma de comenzar el año que escuchando este maravilloso concierto. La música nos llena de sensaciones y emociones y al mismo tiempo nos da esos momentos felices que todos nos deseamos.

Me encontraba ya en el final, cuando una voz dijo: «¿Puede subir alguien a dirigir la orquesta?».

Era el director quien hacía esa petición. Al instante, yo sentí que era yo quien tenía que subir, quien respondiera a esa petición. Minutos antes, en mis pensamientos, recordé a mi padre, cuando iba a verlo y lo encontraba oyendo su música.

Quizás fue él quien me animaba a subir al escenario y subí.

Nunca antes había sentido una sensación igual. La música me invitaba a ser yo quien la dirigiera y tomé la batuta.

Sin darme cuenta todos los instrumentos empezaban a sonar y era yo quien marcaba sus tiempos... Todo parecía un sueño... Luego al finalizar, el director y el público completaron ese momento, que recompensaba mi atrevimiento.

Una velada musical que recordaré siempre y que me hace comprender que la música nos hace sentir todo lo bueno que esta vida nos ofrece.

<b>Maripi Aumente Díaz</b>

Córdoba