Usted, ¿De dónde es? -De Argentina. - Ah, Maradona. Esta anécdota la cuenta el mismo Maradona. El interrogador no le reconocía a él, sino que identificaba el país con su nombre. Si el jugador de fútbol hubiera dicho soy de la tierra de Maradona, el otro hubiera añadido de un modo automático: «Argentina». Extraña simbiosis. Pero ¿qué pasaría si la pregunta hubiera sido formulada por alguien ajeno al mundo del fútbol? Sería algo así: «Cómo se llama usted» «Soy Maradona». «¿Y de dónde es usted?» «De Argentina». No todo el mundo sigue el fútbol.

Ha muerto Diego Armando Maradona y el despliegue mediático ha sido tal (urbe et urbis, diríamos) que muchos millones de seres del planeta Tierra se habrán enterado no solo de que Maradona era un deportista argentino sino el mejor jugador de fútbol de la historia, un astro, un ídolo, un icono, venerado, adorado, un dios. La divinidad, de una extensión universal como el fútbol, es lo que más se exalta en el fallecido. D10S es su logo. Podrían comprobar el aserto al ver la escena de dos niños abrazados llorando y el comentario de la locutora de que «se han quedado sin su dios». O al escuchar al presidente de Argentina que «Maradona nos ha llevado a la cima del mundo y nos ha hecho inmensamente felices». Incluso, el mismo Eduardo Galeano, denunciador del colonialismo, le reconoce atributos humanos no muy ejemplares pero propios de una divinidad pagana y aconseja que se lea su vida en clave de la época. Y, cuando Maradona utilizó la mano en el Mundial de Fútbol de 1986 para marcar un gol al rival, no se vio como una fullería, sino la ayuda de «la mano de Dios» y aquel tanto se cantó como una loa al ¡God-Goooool! Fue la revancha contra el anglosajón inglés, que les había vencido en la guerra de las Malvinas. En fin, presidentes y altos mandatarios de todo el mundo han mandado tuits de condolencia, tributo a su cuerpo expuesto en la Casa Rosada, palacio presidencial de Argentina, altercados... El ex jugador Valdano explica esta teología: «El fútbol no da soluciones, pero sí alegrías».

A Maradona, el pelusa, el fútbol le sacó de la pobreza y dejó la alienación en las calles. Que en paz descanse.

* Comentarista político