En el contexto del 8 de marzo, un año más, tenemos que hablar sobre la situación de la mujer en el mercado laboral y, en concreto, en el cordobés, aunque no es un año cualquiera, sino que cobra especial importancia por conmemorarse el décimo aniversario de la entrada en vigor de dos leyes fundamentales para la mujer: la Ley Orgánica para la Igualdad y de la Ley de promoción de la igualdad de género en Andalucía. La aprobación de estas leyes tuvo un impacto muy positivo, pues, entre otras cuestiones, supusieron un impulso a la negociación colectiva, integrando la perspectiva de género en el ámbito de las relaciones laborales y abriendo un abanico de posibilidades para transformar la sociedad y ampliar derechos colectivos.

Tengo que afirmar que la ley supuso un hito que no dejó indiferente a nadie y menos aún a las personas que llevamos años luchando por eliminar las desigualdades que todavía hoy soportan las mujeres en el mercado laboral y por transformar el modelo social imperante que coloca barreras a las mujeres al intentar acceder al empleo o promocionar en él. Hoy, después de 10 años, tengo que decir, aunque me duela, que la ley no ha tenido la repercusión esperada debido, fundamentalmente, a la visión machista y cortoplacista del empresariado y al hachazo a las políticas de igualdad por parte de los gobiernos central y autonómico.

La reforma laboral de 2012 ha supuesto un auténtico golpe para la igualdad en el ámbito laboral con el desmantelamiento de la negociación colectiva dado que la Ley para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres deja en manos de la negociación colectiva el desarrollo y la concreción de muchos derechos laborales relativos a la igualdad de género. Las reformas laborales han dejado aparcada la igualdad: los planes de igualdad obligatorios en empresas de más de 250 trabajadoras y trabajadores se incumplen sistemáticamente, cuando existen, y no se promueven medidas en este ámbito en las pequeñas y medianas empresas cuando estas conforman el 95% del tejido productivo de Andalucía.

Por ello, es imprescindible recuperar la negociación colectiva, concretamente la sectorial, para poder llegar a las pymes como medio para garantizar medidas que promuevan la igualdad entre mujeres y hombres en las empresas, pero también es necesario abordar un pacto por la conciliación y la corresponsabilidad porque hoy por hoy «la conciliación sigue siendo exclusivamente de las mujeres». Lo demuestra el hecho, de que los padres reciben solo el 1,4% de las prestaciones por paternidad y tenemos constancia de que ya hay empresas que ante el aumento de la baja por paternidad a cuatro semanas, están limitando ese derecho al trabajador.

En este nuevo escenario al que nos han empujado las reformas laborales sabemos que tenemos que luchar con más ahínco y dotarnos de herramientas e instrumentos efectivos para cambiar las reglas, como protocolos de actuación ante las situaciones de discriminación que se viven en las empresas, y hacer posible el cumplimiento de las leyes de igualdad.H

* Secretaria de Mujer de CCOO de Córdoba