Fue la noche de Diego Palacios, su recuerdo encendido en el corazón de tantos cordobeses, su presencia derramada en el salón de plenos de la Diputación, su persona de nuevo recordada a través de las páginas de un hermoso libro --Diego Palacios Luque. Obra periodística (1991-2011) --, que ha preparado con tanto afecto como gratitud, el periodista, escritor y exdirector de CORDOBA Antonio Ramos, querido compañero y amigo. El proyecto surgió de una "deuda sentimental" de Antonio con el magistrado, que le llevó a contactar con su viuda, Laura Criado, para recopilar el material necesario de cara a la publicación de una obra, editada por la Diputación, que revive "la vida, la verdad y la palabra" de un hombre de bien, buen catador de gentes, comunicador nato, de principios sólidos, palabra convincente y elegante, conocedor de la historia, sobre todo, la que se escribe a orilla del camino, entre emociones y latidos cercanos. En el libro, me encuentro, con sorpresa, una entrevista mía con Diego Palacios, publicada en nuestro periódico el 3 de febrero de 1991, en una sección que inundó mi alma de personalidades importantes, titulada Diálogos de fin de siglo . ¡Qué tiempos aquellos! ¡Cómo contemplaban la vida aquellos personajes y cómo profetizaban un futuro que ahora estamos viviendo y padeciendo, si se olvidaban las verdades esenciales! En el pórtico de aquella entrevista, yo decía: "Ahora, frente a frente, Diego Palacios abre las páginas de su vida y de su historia personal, relata y reflexiona al mismo tiempo, habla en voz alta pero con tono intimista, mira a su alrededor y hacia dentro, y construye todo un ensayo de su propia existencia, digno de ser leído con atención". De aquel encuentro me quedó el hombre clarividente y audaz, que al tender su mano ofrecía su amistad. Me dijo que lo que más admiraba en el hombre era "la autenticidad". ¡Qué razón llevabas, querido Diego!

* Sacerdote y periodista