Ya nos darán las estadísticas, pero, aunque nos dicen que se ha disparado el uso del móvil (pues claro) todo indica que el teléfono fijo ha recuperado mucho papel en los hogares.Casi todos los que tienen el aparato es porque viene en el ‘paquete’ de Movistar, Vodafone o la compañía que sea. Pero volvemos a verlo relativamente útil. Ahora que las abuelas y abuelos saben usar el móvil y hasta el wasap y que hablan con sus nietos por Skipe, el “fijo” vuelve a sonar para algo que no sea publicidad.

Borro 200 fotografías y 60 vídeos de mi teléfono móvil, que va a reventar (todas de ayer), y releo el mensaje privado de una enfermera que me cuenta cómo lo están pasando, sin entrar en ningún detalle, porque no tiene fuerzas… Me explica que muchos sanitarios están empezando a sufrir no solo con lo que viven, sino con el ”graciosismo” generalizado. Ellos ven enfermar gravemente, ven morir a gente que hace una semana cantaba regando sus macetas, están agotados cuando esto no ha hecho nada más que empezar, tienen un miedo espantoso a contagiarse -ser profesionales y cumplir con su deber no les exime de ser humanos- y cuando abren el wasap o cualquier red social sufren al ver los memes y las bromas que se gastan a costa de la enfermedad. Me cuenta Mercedes, una joven médica cordobesa que está en el norte de España, que todas sus compañeras y compañeros dan por sentado que se contagiarán. Pero siguen adelante- Sobre los mil chistes de las redes, algunos buenísimos, es comprensible que a muchas personas les duelan, pero tiene que ser así si queremos mantener la moral de todos un poco alta.

Tanto criticar a las compañías de telefonía y ahora dependemos de ellas. Es el nuevo pánico, que en esta locura de mensajes y descargas, de trabajo con el wifi de nuestra casa, el sistema reviente. Crucemos los dedos para que todas esas inversiones en fibra que se hicieron aguanten y nos permitan seguir comunicados. Si hay que decir ¡Viva Movistar! o ¡Viva Telefónica! lo decimos, no pasa nada. Eso sí, a mi casa que no llamen a la hora de la siesta.

En casa también hemos vivido el “momento termómetro”, a ver cómo estábamos. Mientras, uno de nuestros amigos marcha hacia urgencias tras unos días de fiebre que parecían de una gripe normal, pero es imposible eludir la preocupación. Desde aquí cruzamos los dedos esperando el informe positivo mientras recibimos poemas escritos, recitados y hasta cantados en el Día Mundial de la Poesía.