El coronavirus se ha cargado las agendas. Ese refrán que repetían nuestros mayores -“el hombre propone y Dios dispone”- ha recuperado su vigencia. No es Dios, ahora, que las plagas de castigo se quedaron en la Biblia, ya no hay predicadores culpando a la población de los males que sufre e incluso el Papa Francisco clama contra los que se aprovechan del mal momento que pasa la Humanidad. Es el virus, que lo arrasa todo.

Ya sabíamos que en cualquier momento se podía romper un proyecto, truncarse una vida, estropearse una amistad, hundirse una economía, fastidiarse un viaje... Pero el virus y el confinamiento han destrozado las agendas del mundo mundial, de lo grande a lo pequeño. Bodas suspendidas, iniciativas empresariales destrozadas, jóvenes abogados que no pueden colegiarse, mudanzas que quién sabe, deportistas a los que se les pasará el arroz para los aplazados Juegos Olímpicos de Tokio, que quién sabe si podrán celebrarse en el 2021… Me voy a lo pequeño, a lo cercano. Después de años de penuria económica, Carmen, que ya tiene trabajo (a ver qué pasa ahora) iba a estrenar un traje de gitana en la Feria de Mayo. Nada de retoques en el vestido viejo. Nada de préstamos de sus primas. Nuevo de arriba a abajo, nuevos los adornos, nuevas las flores. Pues ya no habrá feria, ni en mayo ni en octubre, y ahí se quedará el vestido -ella no le hará la jugarreta al taller que se lo estaba cosiendo-, para el año que viene, quizá pasado de moda...

José Luis Rodríguez estuvo en los Sanfermines hace un porrón de años, siendo muy joven y tieso como la mojama. Se divirtió como ustedes pueden imaginarse, las peñas convidaron a su pandilla a vino y contundentes comidas, durmió en un parque, se lavó a la vuelta en un río, y desde entonces no había regresado a Pamplona un 7 de julio. Ha pasado mucho tiempo con ese recuerdo, visitando la ciudad en otras fechas del año, y sin decidirse. Este año, una de sus ahijadas le había prometido regalarle una entrada para los toros y se proponía volver, a ver cómo seguía aquello, suponiéndolo muy cambiado pero sabiendo que esas fiestas de tanto arraigo guardan un espíritu que nunca cambia. Alojándose en hotel, claro, que no están los cuerpos para experiencias tan agrestes.

Pequeñas cosas... Veo en Facebook a Alberto Díaz-Villaseñor mostrando una jarra de cerveza que adquirió en Alemania y que reservaba para celebrar la victoria del Madrid en la Champions... Igual todavía puede estrenarla si se juega en agosto, pero nada es seguro en este momento. Por eso, desde el confinamiento, ha estrenado en Youtube el Canal Punto de Vista, que inaugura en charla -de casa a casa- con el periodista Francisco J. Bocero.

Los planes frustrados, la agenda rota, la vamos reconstruyendo con inteligencia, paciencia y disciplina. Varias generaciones hoy adultas, que pensábamos tener una vida cómoda y segura, llevamos desde el 2008 sufriendo una singular caída de Roma que parece haber llegado al colmo con el coronavirus. Sabemos que lo que se avecina es peor. Pero no pensamos rendirnos, ni en lo chico ni en lo grande. No nos pega nada.