Este año no hubo el pasado viernes ni habrá el próximo miércoles operación salida de Semana Santa. Ni operación retorno. Es el primer año que nuestro periódico no podrá contarles una información tradicional: previsiones de ocupación hotelera y cuántos coches se prevé que circulen por nuestras carreteras. Hasta de eso me da pena. La parálisis entraña ruina, pero saldremos de esta, de otra manera y posiblemente escaldados. Dejaré el tema para otro día.

De lo que quería hablarles es de las previsiones de tráfico. Se diría que no es preciso abundar en ello, pues el que no se haya enterado a estas alturas de que España entera está confinada a domicilio por la pandemia de coronavirus debe vivir en mitad del monte, tal vez con dos cabras y una flauta (¿o ese era el dios Pan?) o ser un desconocido eremita moderno con la barba por las rodillas.

Pero algo habrá de duro en nuestras cabezas cuando la Delegación del Gobierno Andalucía advirtió ya el viernes de que iba a intensificar los controles de la Guardia Civil en las carreteras para que los desplazamientos rodados se reduzcan un 85%, recordando que seguimos confinados. Y seguiremos, según lo que dijo anoche el presidente Sánchez. Hoy, Domingo de Ramos, es un día duro de llevar para los católicos y para todos los amantes de la Semana Santa, pues, como todos sabemos, se puede ser ateo y devoto hasta la médula de la Virgen de los Dolores. El por qué se lo dejo a los antropólogos.

El otro día detuvieron a un sujeto que se había ido desde Guadalajara a Madrid a comprar el pan. Es que debía ser una panadería muy buena, y el hombre lo necesitaba. Y a una mujer que llevaba literalmente toda su casa cargada en el coche. Yo insisto: los cordobeses somos muy buenos, pero a veces, si te asomas a la ventana, ves cosillas.

El otro día vi una foto que me llenó de pena: una mujer rumana levantando la tapa de un contenedor de basura. Me preocupé por la mujer, me dio pena y me alarmé por las consecuencias de sus actos, pero también lamenté los comentarios agresivos, sórdidos y sin comprensión alguna que suscitó. Supongo que no los habrán hecho los mismos que proyectan escaparse al pueblo o a la playa en los días de Semana Santa. Porque desde aquí les digo: ojalá los pillen.