Hoy es un día de mucho trabajo, pero, al tiempo, me deja la sensación de que es un día emocionalmente importante. Un salpicao, un totum revolutum de noticias chocantes.

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Dice la Junta de Andalucía que los niños van a volver al colegio a mediados de mayo. Suena como una campana de esperanza, porque la sensación que tenemos es que el confinamiento no va a levantarse a mediados de abril. Por otro, por fin México reacciona y decreta la reclusión de su población, que, al contrario que la nuestra, es abundante en chiquillos, y también en miseria, lo que complica las cosas.

Vienen buenas noticias personales: nuestro amigo N. se va recuperando del coronavirus y pasa consulta desde su casa, por videoconferencia. «No sabes cómo lo agradecen los pacientes», asegura este médico especialista de la sanidad pública. Otro médico amigo, Enrique Bellido, dice en Facebook que lo peor está pasando, que muchos habremos (habrán) pasado el contagio con síntomas leves, y que si se sigue teniendo cautela la evolución será buena.

Leo muchas opiniones elogiosas hacia la Junta de Andalucía y su consejero de Salud, el cordobés Jesús Aguirre. Los datos de Andalucía son mejores que los de otras comunidades, pero todavía aumentarán mucho los casos (hoy, en Córdoba) y se elevará la cifra de enfermos (y de muertes, por desgracia), sin contar la cantidad enorme de no diagnosticados, que pasan la dolencia en sus casas y, por fortuna, se recuperarán. Y las condiciones del personal sanitario y de servicios a la dependencia, que todavía sufre de muchas carencias, aunque hay acciones rápidas, como la respuesta de la gente con la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, en Córdoba, o la rápida reacción de la Junta con la residencia de mayores de Montilla.

Parece que entre esta semana y la que viene tendremos la prueba de fuego. Ojalá el sistema sanitario andaluz pueda resistir la epidemia. Es un día emocionalmente raro, viendo cómo las personas que están al frente del control de la pandemia van cayendo, también infectadas. Impresionan los casos de los personajes públicos y dirigentes, inevitables si pensamos en las semanas previas, en las que han tenido una relación social intensa, pero más los de los que nos rodean. Lo más asombroso es que parece que el escenario ideal es que se contagie mucha gente levemente para que el conjunto de la población se vaya inmunizando. Estoy desconcertada.