Se eligió el 25 de noviembre para conmemorar el violento asesinato de las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa), tres activistas políticas asesinadas el 25 de noviembre de 1960 en manos por la policía secreta del dictador Rafael Trujillo en la República Dominicana. En 1999, la ONU dio carácter oficial a esta fecha. La violencia de género es un problema que tiene un alcance mundial: la OMS estima que una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual. En esta violencia podemos reconocer la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, la mutilación genital femenina... entre otras. José María Parrilla Fernández, profesor de Doctrina Social de la Iglesia, afirma que «desde la perspectiva cristiana, la violencia de género tiene su mejor antídoto en el reconocimiento de la igual dignidad de todas las personas, hombres y mujeres.

Esta afirmación de la dignidad de cada persona está en la entraña misma del mensaje de Cristo». También los obispos mexicanos, reafirmando la dignidad del ser humano que brota de la Doctrina Social de la Iglesia, subrayaban que es preciso «que cada una (la mujer) debe descubrir su grandeza y vivir conforme a su dignidad, respetándose, dándose a respetar, respetando a los demás, y exigiendo de todos el respeto que merece». Pidamos con fuerza que se cree una gran conciencia para defender la dignidad y los derechos de las mujeres, combatiendo esta violencia, física y psicológica, en todos los ámbitos sociales. Y como bien decía el cardenal don Carlos Amigo, en noviembre del 2008, «la violencia es siempre una agresión injustificable, que no necesita apellido alguno para ser inadmisible y merecedora del mayor de los desprecios».