Como tantos otros días y tirando de tópico, me gustaría que no existiera este día porque todos los días fueran de preocupación por los mimbres que, junto a los cuidados de la vida asumidos, injustamente casi en exclusiva, por las mujeres, mantienen nuestra vida cotidiana y es que es imposible nuestra existencia y nuestra civilización fuera de unas condiciones ambientales propicias que, cotidianamente, el actual modelo económico se empeña en socavar.

Lejos de suponer que los problemas ambientales son visibles lejos de aquí en el espacio o en el tiempo, los tenemos aquí y ahora. Desde 1961 estamos soportando la basura radiactiva en El Cabril que esperamos aislar de las personas y los ecosistemas un mínimo de 300 años, procedentes de una forma de suministrar electricidad que apenas superará dos generaciones.

Nuestro río, el Guadalquivir, baja de color marrón cuando se producen lluvias de cierta consideración, vemos así pasar por los ojos del Puente Romano el pan de mañana, y es que las prácticas agrícolas que dejan el suelo desnudo favorece el arrastre del suelo fértil y debilita la infiltración, tan necesaria en nuestros suelos, del agua, contribuyendo a las inundaciones.

Tenemos el aire contaminado por el tráfico y algunas industrias ubicadas en el casco urbano, contaminación que origina más de 300 muertes prematuras anuales en nuestra provincia, como han evidenciado estudios científicos reputados.

Cómo no, la tendencia de elevación de las temperaturas en Córdoba, ciudad y resto de la provincia, y la progresiva tendencia de reducción de precipitaciones y humedad de nuestros suelos, variables que se irán incrementando si no frenamos el Cambio Climático como indican los estudios realizados por la Junta de Andalucía. Con importantes impactos en nuestra vida cotidiana y en nuestra economía, recordemos noticias de pérdidas en la producción de los olivares, 400 millones de euros y 42 millones de euros en jornales, originado en Córdoba en la temporada 2014/15, entre otras causas por el exceso de calor y la escasez de lluvia. En sectores como el turismo la temporada alta, por estos lares en primavera, se iría contrayendo a medida que se expande el «priveroño».

Las alternativas están a nuestro alcance, el cambio de nuestro modelo económico transitando hacia la soberanía energética sustentada por las energías renovables; la soberanía alimentaria con prácticas agroecológicas de reconocida efectividad, el transporte no motorizado junto al público y colectivo, la rehabilitación de nuestras viviendas y edificios para disminuir las necesidades energéticas y aumentar el confort de los mismos. Adicionalmente estas medidas crean mayor número de empleos, tan necesarios en nuestra provincia, que las actividades convencionales; empleos que absorberían el paro de sectores castigados por la crisis y de los excelentes profesionales con que contamos en sectores punteros aquí señalados. Además no es de desdeñar el ahorro de nuestra balanza de pagos por la reducción de las importaciones, que liberarían fondos para dedicar a fines sociales, recortados en la actualidad.

¿Alguien se opone a una senda, difícil por las inercias a batir, que aporta ventajas para quienes aquí vivimos, pero sobre todo para las generaciones venideras? Espero que cada vez seamos más quienes empujamos el cambio que propongo y cada vez sean menos quienes se oponen.

* Miembro de la Ejecutiva Federal de EQUO, pte. Fundación EQUO y experto en cambio climático