El 18 de julio del 36 se iniciaba la guerra civil, con el alzamiento en Marruecos. Un mes exacto después, soldados fascistas ejecutaban al poeta Federico García Lorca, que se había refugiado en la casa del también poeta (y falangista) Luis Rosales. ¿Su único delito? Ser homosexual. No era comunista ni socialista ni masón. No militaba en partido alguno ¿Cómo sabían que estaba allí? Alguien lo había delatado. A día de hoy ni siquiera se han encontrado los restos de uno de los mayores poetas mundiales del siglo XX, cuyo cuerpo fue arrojado a una zanja, se dice, porque sus asesinos, tan católicos ellos como se proclamaban, no creían que un homosexual mereciera cristiana sepultura.

En el 2019 Vox decide en el Gobierno andaluz gracias a un pacto PP-Vox-Ciudadanos. En el 2019 Vox ha conseguido que le pasen una lista de todas las personas que trabajan en violencia de género, de todas las personas que ayudan a mujeres que han sido maltratadas. Según ellos, para verificar que todas esas personas poseen la titulación necesaria para trabajar en ese campo. ¿Les han pedido a todos los técnicos y concejales en urbanismo una titulación en arquitectura? ¿A todos los concejales y técnicos de Hacienda su titulación en materia de gestión y finanzas? No. La excusa se cae por sí sola. Quieren un listado de las feministas andaluzas. De nuevo, delaciones en Andalucía. De nuevo, cazas de brujas.

Ahora tenemos en Madrid, con la llave de su Gobierno, a una señora que dice que se enseña zoofilia en los colegios. Miente. A un partido que organiza cazas de brujas y que incitó al odio con un tuit en el que decía «que comience la batalla» y una foto de un señor que, espada alzada, arremetía contra símbolos gays y feministas. A dos partidos que se dicen de centro, pero prefieren pactar con falangistas antes que con una mujer templada que se desmarcó de los chavistas. Y a unos votantes que nos han probado que el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla.

* Escritora