Uno de los aspectos colaterales negativos que ha puesto de manifiesto la pandemia del covid-19 ha sido confirmar con qué poco rigor se publican algunos de los trabajos científicos en las revistas más prestigiosas, como Lancet, Nature, Science, Pnnas, etc. que tenían ascendiente, influencia y autoridad. Estos artículos pirata solo buscan el oportunismo de la temática. Para mi generación científica, ha supuesto que los pilares firmes en los que creíamos a pie juntillas se están desmoronado. Prestigiosos científicos especialistas en virus y pandemias califican de pésima calidad los artículos científicos sobre el covid-19 publicados de prisa y corriendo.

El 22 de mayo de este año se publicó en la revista Lancet una investigación que atribuía efectos secundarios cardiacos graves a la hidroxiclroquinina usada para combatir el covid-19, que ha levantado una inmediata y gran polvareda entre prestigiosos científicos especialistas que han constatado irregularidades, la inconsistencia de los datos, y la obligada transparencia en cartas abiertas bien fundamentadas. La OMS suspendió experimentos con esta droga. La retractación de los autores de una farmacéutica de EEUU ha sido provocada por este monumental fiasco y la OMS ha reanudado sus estudios sobre la droga el 6 de junio. Es increíble la rapidez de los cambios. Otro autor como Frances Arnold, premio Nobel de Química 2018, se retractó y retiró un artículo en la revista Science al comprobar ella misma y su grupo que los datos eran irreproducibles. Pero la realidad es que muchas descripciones en los artículos son incompletas o equivocadas tanto por error involuntario como para despistar deliberadamente. Recuerdo que al final de los años 70 intentábamos sin éxito en mi laboratorio reproducir la inmovilización de enzimas sobre vidrio de poro controlado, ya descrita en varios artículos científicos pero irreproducibles; solo solucionamos el problema con una estancia mía en EEUU, donde fui consciente de que describían incompleto el procedimiento en los artículos: hacer los experimentos en atmósfera inerte pasado nitrógeno. La falta de esta información impedía la reproducibilidad. Se defendieron diciendo que era obvio.

La creciente falta de veracidad y reproducibilidad de los artículos científicos tiene una gran variedad de causas, muchas ellas relacionadas entre sí. Se describen a continuación.

1.- Presión por publicar por la excesiva importancia del número de artículos en las evaluaciones científicas tanto individuales (CVs) como colectivas. Incluso la Aneca impone un número fijo de artículos para alcanzar una acreditación, lo que es una aberración.

2.- El sustancioso negocio editorial que suponen las revistas científicas, cuyo número ha crecido exponencialmente en las dos primeras décadas, al igual que el número de artículos publicados en las mismas. Los dueños de Wiley, Elsevier, Springer, etc empujan a los editores a publicar y publicar. A ellos no les importa mucho la calidad científica sino la rentabilidad, salvo el desprestigio que afecta a esta última.

3.- La evaluación por pares (científicos especialistas) ha sido el procesamiento tradicionalmente empleado, y ya es claramente insuficiente. No es posible reproducir todos los experimentos pero el trabajo gratia et amore de los evaluadores referees se acumula de manera inusitada y altera la labor de un científico. Con un cierto prestigio puedes fácilmente evaluar más de cien artículos al año sin recibir nada a cambio. Algunas revistas incluyen en el volumen de diciembre una interminable lista de nombres de científicos que han actuado como referees y that’s it. En mi año sabático contabilicé 152 artículos evaluados.

4.- Datos sesgados por los autores ya que, con frecuencia, se desestiman los no deseados y se confía más en los esperados.

¿Qué acciones serían necesarias para minimizar esta tendencia a disminuir la calidad de las publicaciones científicas? A continuación, se apuntan algunas de ellas.

Cambio radical en los baremos de evaluación de la investigación básica y aplicada con mayor énfasis en lo cualitativo (grado de innovación) que en lo cuantitativo. Un CVs con 12 artículos «rompedores» puede ser mucho mejor que otro con 40 artículos.

Incentivar la evaluación de la investigación por expertos científicos que reciban una compensación económica y un reconocimiento por su contribución honesta y rigurosa. Las grandes editoriales con increíbles beneficios deberían dedicar parte de ellos a apoyar la evaluación y no solo a los editores.

Exigir el envío de todos los datos primarios y secundarios cuando se remite el artículo a publicar, que justifiquen los resultados, la discusión y las conclusiones. La informática actual puede hacer factible esa transferencia.

Romper las «mafias» basadas en acuerdos fraudulentos entre grupos de investigación que se citan mutuamente en sus artículos. Hay casos que son flagrantes, como ocurre en China; es muy normal que un artículo chino tenga más del 50% de grupos chinos en su lista bibliográfica de soporte.

Intensificar la revisión profunda de los informes de los referees, contrastando opiniones mediante la discusión conjunta con el editor. Este procedimiento es especialmente recomendado en caso de grandes discrepancias.

No cabe duda del deterioro de la calidad de las publicaciones científicas. Datos como que la reproducibilidad de los procedimientos publicados es menor del 30% (ciencias experimentales y de la salud) y 38% (humanidades y ciencias sociales) son extraordinariamente preocupantes. Hay que propiciar una nueva evaluación de la Ciencia y Tecnología basada en la transparencia, la credibilidad, rigurosidad y la verificación independiente. Pero si ello trae consigo más gastos a las editoras, me temo que es una utopía. El buen hombre de negocios saber perder a corto plazo para ganar en el largo.

* Profesor jubilado de la UCO