Las siguientes líneas no tienen intención de menospreciar ninguna disciplina académica, de hecho, caemos en el error de subestimar cualquier conocimiento científico. Me siento frustrado de ver tópicos reproducidos día a día y no es de extrañar que los mismos profesionales del sector educativo lo repitan.

Imagínense por un momento. Tienes 15 años, te encuentras en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y como cualquier persona te sientes perdido, no sabes que quieres ser de mayor. El protocolo común es mandar una recomendación a los alumnos del colegio para que escojan entre ciencias y letras. Aquí viene uno de los fallos estructurales del sistema educativo. Encasillar a una persona en plena formación académica sin una consciencia de sus intereses o dificultades. Es corriente ver a orientadores de colegios aconsejar a los más activos en clase a ciencias y lo más confusos a letras.

La riqueza interdisciplinar que ofrece el estudio de las humanidades nos permite favorecer unas aptitudes más críticas y creativas. En 2018 podemos afirmar que España está en crisis. Con esta palabra hemos crecido las personas de mi generación: crisis política, crisis económica, crisis territorial pero no hay debate sobre la crisis de valores. La lógica neoliberal de mercantilizar cualquier aspecto de la vida nos ha llevado a tener una mentalidad completamente economicista y material. Estamos desconectando de la capacidad de concebir otros imaginarios, otras actitudes, no todo es blanco o negro en la vida. Grandes pensadores como Ortega y Gasset o Edward Splenger advierten desde siglos atrás, una decadencia de Occidente.

El hecho de ignorar al conjunto de disciplinas más antiguas de la humanidad plantea una formación incompleta para el individuo. Los seres humanos nos adaptamos a las necesidades de nuestra época, sin embargo, valores como la justicia o la felicidad son atemporales. Avanzamos hacia un bucle sin retorno en el que sabemos su comienzo pero no sus consecuencias en un futuro.

Todo no son malas noticias, el conocimiento está a golpe de click de ratón. Internet, para bien o para mal, nos ha atrapado en sus redes. En una sociedad hiperconectada, aprender sobre arte, leer poesía o entender la geografía de un territorio… ¿Qué valor tangible tienen estas afirmaciones? A nivel mercantil, ninguno sino te especializas. A nivel humano, el poder del conocimiento es incalculable para una sociedad. Me sigo acordando de las risas de mi profesor de Historia cuando vio el documento orientativo en Secundaria. La vocación, el interés o el aprendizaje de cualquier campo científico son buenos para el ser humano. Estamos realmente preocupados en destinar grandes partidas de gastos a grandes infraestructuras. Estos elementos unen personas o nos permiten aprovechar recursos naturales, en definitiva, hacen más fácil nuestro día a día. Construir o tender puentes es positivo para una sociedad, aprendemos mucho cuando se producen interacciones entre personas. Una pena no fijarnos en las personas que caminan por esos puentes y tratarlos como números.

* Alumno del máster de Cultura de paz. Conflictos y derechos humanos de la UCO