Desde que apareció el libro de Sergio del Molino La España vacía, no hay fin de semana sin algún reportaje en el colorín de los periódicos serios tratando la despoblación. Sobran los motivos. Nada más que un 5% de la población del país vive en un 53% del territorio cada día más vacío. En mi adolescencia, los tecnócratas de la dictadura intentaron frenar el éxodo de las zonas rurales con los llamados Planes de desarrollo que, por ejemplo, en Huelva implantaron el Polo químico y varios otros en Sevilla, Granada y Cádiz. En cambio, en los últimos cuarenta años, se ha optado, merced a las cuantiosas subvenciones europeas, por hacer grandes inversiones en la red de alta velocidad, autovías y autopistas (algunas antirentables como las radiales), aeropuertos, un museo de arte contemporáneo en cada capital de provincia, un campus universitario en cada provincia, grandes polideportivos, auditorios y estadios, como el de Cartuja de Sevilla (inútil desde su construcción)... Y en cambio, se han abandonado infraestructuras clave para facilitar la actividad empresarial como el tan necesario corredor del Mediterráneo de mercancías, del que mucho se habló pero nada se hizo. A lo que hay que añadir la maldición que desde niños llevábamos pegada a la oreja en la voz de padres y profesores: «si no sirves para estudiar, al campo a cuidad cochinos». Por las zonas rurales, al margen de las mancomunidades, hoy tan devaluadas, poco se ha hecho porque los políticos administran votos y no territorios. Nuestra comarca de Los Pedroches es la de mayor extensión de la provincia y la de menos servicios. Incluso por allí cruzó el primer tren de alta velocidad en España pero hasta veinte años después, y porque los vecinos pelearon con denuedo, no paró en la estación de Villanueva un tren por la mañana y otro por la noche, uno hacia Madrid y otro hacia Sevilla, con muy pocos billetes disponibles y unos horarios infames. Por salir de la provincia daré otro ejemplo reciente en zona una muy turística y de moda, la de Conil, Vejer y Barbate, conocida como la comarca de La Janda. Al fin, y con un retraso de once años, han abierto el hospital de alta resolución a medio gas y con menos de la mitad de los servicios previstos. Esa es la realidad de los pueblos y comarcas de zonas alejadas de la capital o de la poca industria que aún se aguanta. Así España no podrá detener la desertización del campo ni el despoblamiento de los municipios. Como sostiene la joven veterinaria cordobesa María Sánchez en Tierra de Mujeres, libro luminoso y bello, más que de «España vacía» debemos hablar de una España vaciada, porque así nos la han dejado. Como para que no atine la mano con la herida.

* Periodista