Si yo le digo a usted, querido lector/a que los cordobeses despilfarramos el dinero, probablemente me miraría con mala cara y me preguntaría que qué dinero. Y con toda la razón, pues para despilfarrar primero hay que tener recursos suficientes y en una ciudad donde la precariedad laboral es una de las más elevadas del país el dinero que hay es para vivir. Para muestra ahí está la temporalidad laboral del sector estrella de la ciudad, como es el turístico, con más de un 90%, como reflejan las estadísticas.

Pero como habrá podido adivinar no hablo del despilfarro de los cordobeses de a pie, a los cuales he convocado para señalar un agravio comparativo. El despilfarro sale de nuestro bolsillo pero en forma de impuestos, por lo que han sido otros los que se supone que lo han despilfarrado. Y no lo dice un servidor, sino que ha tenido que ser un reciente estudio que el Colegio de Geógrafos de España ha elaborado sobre el destino de los recursos públicos en infraestructura en España desde 1995 hasta la actualidad.

En Córdoba, el grado de «despilfarro» que se ha alcanzado en los distintos gobiernos de dicho periodo ha sido de 95 millones de euros ¡Toma ya! El motivo, según el informe, proyectos cuyas inversiones han sido «fallidas, vacías o infrautlizadas». Como cualquier drama que se precie, el nuestro también tiene sus tres marías: el aeropuerto, el palacio de congresos y el pabellón de Cajasur. Detrás de ese despilfarro no sólo hay recursos mal gastados, sino pésimos cálculos y miopes previsiones. Y ya no digamos de aquellas falsas promesas y visiones con los que a muchos de nuestros políticos se les llenaba la boca como muestra de su magnífica gestión.

Aunque a estas alturas lo que sí está demostrado que hemos despilfarrado los cordobesitos de a pie es nuestra confianza en aquellos y estos políticos que no dan ni obras, ni proyectos ni hechos, sino palabras y promesas hueras. Ya parece que no es cuestión de votar a tirios o troyanos, más parece una cuestión de moral política y de compromiso con la verdad y la ciudadanía.

* Mediador y coach