Como es natural mi emoción por la muerte de D. Antonio Navarro (p.d.e.) es honda y sincera. Hemos trabajado juntos en la periferia de Córdoba desde el año 1973 cuando el, entonces, Obispo D. José María Ciralda creó tres parroquias en el Polígono de la Fuensanta: Ntra. Sra. de la Fuensanta, Virgen de Linares y San Rafael.

A D. Antonio le correspondió ser párroco del Santuario de la Fuensanta. Él mismo coordinó la acción pastoral que empezamos conjuntamente en la zona Cañero- Fuensanta. Fueron tiempos de mucho cambio social, político y religioso. Los cuatro párrocos nos unimos con tanta fuerza que aceptamos las orientaciones de una pastoral obrera misionera impulsada, especialmente, por D. Antonio Navarro. Su compromiso con la periferia era claro y contundente. Se adelantaba a los tiempos democráticos.

Nos reuníamos con militantes cristianos dispuestos a afrontar los nuevos retos que demandaba la sociedad española. Aquí estaba Rafael Sarazá, Pedro Pascual, Diego Delgado, Paco Cáliz, Paco Misas. Eran jóvenes profesionales y obreros industriales que daban testimonio de una fe comprometida en las realidades temporales. Al lado de ellos actuaba D. Antonio Navarro, un sacerdote entregado e inteligente para detectar los signos de los tiempos.

A través de los Cursillos de la HOAC transmitía la doctrina social católica a cientos de obreros. Nuestras parroquias de periferias empezaban a estructurarse bajo una pastoral misionera evangelizadora. Sentíamos la necesidad de crear unas parroquias de pequeñas comunidades como nos señalaba el Concilio Vaticano II. Ahora, después de lo mucho sucedido en este largo periodo de post Concilio, veo que la pastoral potenciada en los años setenta por el equipo dirigido por D. Antonio Navarro Sánchez no fue un fracaso, sino que de muchas maneras es el Papa Francisco el que insiste y motiva a la Iglesia universal a que salgamos de las Sacristías y lleguemos a las periferias existenciales del siglo XXI.

Gracias, D. Antonio. Tu esfuerzo y sabiduría como gran teólogo, pastoralista, escritor y sobre todo, buen sacerdote quedará en nuestras memorias y será un referente constante para la siembra evangelizadora de la Iglesia en Córdoba. El Señor resucitado te haya premiado tus desvelos y sacrificios por la mejor Evangelización y Santificación eclesial.