En estos días se está celebrando en Valladolid el XII Congreso Nacional de la Abogacía con un título tan sugerente como este: Abogacia Transformadora. Fuimos presente. Somos futuro.

Cordoba y su curia, tanto de la capital como de la provincia, está presente en esta cita que se produce cada cuatro años y esta vez lo hace con un nutrido grupo de abogados --de los más numerosos en términos comparativos con el resto de provincias-- que representan una abogacía cordobesa ávida de nuevos conocimientos, de formas diferentes de defender derechos y libertades, de conectar y encontrar fórmulas nuevas de emprendimiento y también de saber cómo avanzar hacia una gestión más eficaz de los despachos que reporte mejores resultados en términos económicos. La abogacía cordobesa está viva y eso es muy importante para los justiciables que se valen de ella.

Si tuviera que quedarme con algo de lo mucho interesante que estos días he oído me quedaría con el «Design ThinKing», con el pensamiento de diseño, con esa herramienta que se ha erigido en los últimos tiempos para fomentar la innovación en las organizaciones de una forma eficaz y exitosa que ahora llega a la abogacía. Detectar cuáles son los problemas que tienen los clientes, preguntarnos qué necesitan y buscar soluciones alternativas. En la búsqueda de esas nuevas ideas podemos conseguir una comprensión más profunda del problema, lo que a su vez genera más ideas para la solución. Así de simple.

Parece que para ello hay un método que no falla: pensar como niños y buscar soluciones que por básicas e incluso obvias no son menos eficaces y puede que hasta innovadoras para nuestros clientes.

Los niños y las niñas se arriesgan, no tienen miedo, se lanzan por el terraplén, se deslizan por la pista de hielo sin saber, montan en bicicleta sin manos, juegan sin temor a caerse, si están heridos al día siguiente quieren jugar de nuevo y no piensan en los riesgos de equivocarse, porque lo decididamente importante es buscar la forma más simple y urgente de tener lo que desean.

En estos tiempos de política banal en la que pocos se atreven a practicar el «Design Thinking» para saber qué queremos de verdad los ciudadanos, convendría también que nuestros políticos nos preguntaran a pie de calle, para buscar de verdad soluciones fáciles y diferentes, esas que nacen de un pensamiento puro y desinhibido como el que solo tienen nuestros niños, sin olvidar, además, que las cosas no se dicen, se hacen.

* Abogada