El magnífico reportaje que ofrecían ayer nuestras páginas sobre las bodas civiles, realizado por Pilar Cobos, ha podido dejar en los estamentos religiosos la sensación de una creciente descristianización de nuestro país o, en concreto, de nuestra ciudad. Los titulares no dejaban lugar a dudas: «Las bodas civiles superan por primera vez vez los enlaces católicos en Córdoba». Pero conviene tener en cuenta dos perspectivas interesantes: la primera, que en los datos sociológicos de los ritos religiosos entran muchos factores que se escapan, precisamente, de las esencias religiosas; segunda, que estamos viviendo hoy una especie de desdén de lo moral que, en muchos casos, llega al desprecio y al rechazo. Se lo sitúa como un resto en el pasado o como un límite a nuestra comprensión actual del ser humano considerada soberana frente a cualquier realidad o situación que se le presenten como límite o exigencia. Hoy, mientras que la conciencia actual muestra un aprecio directo y sin traba alguna por el orden científico y técnico, la información y el mundo del espectáculo, en cambio, su interés por el mundo de la cultura, de la moral y de la espiritualidad es considerablemente menor y en muchos casos nulo. No perdamos tampoco de vista que, hoy en día, los órganos de información inmediata (prensa, radio, televisión y otras redes sociales) arrastran en la mayoría de los casos una indiferencia moral, producto de las corrientes de nihilismo y relativismo que nos invaden. Por eso, los datos sociológicos no deben extrañarnos. Y mirar con optimismo el presente y el futuro. El teólogo González de Cardedal sugiere que

«la educación en el orden de los principios y comportamientos esenciales deberá hacerse en familia, en grupos con una clara identificación moral y religiosa. Se trata de preparar a los niños y a los jóvenes para el encuentro, la convivencia y el diálogo con quienes piensan, crecen y actúan de manera distinta». Frente al desdén moral, una mayor formación religiosa, rebosante de valores. El verdadero cristianismo no está pendiente de las estadísticas, sino de la autenticidad de sus vivencias esenciales.

* Periodista y sacerdote