Que alguien nos ayude un poco a descodificar esto de Cataluña, pues está claro que ni leyendo y escuchando a sus dirigentes, periodistas y tuiteros varios somos capaces de entender cómo piensan nuestros compatriotas (sin ánimo de ofender) al este de Aragón. Y no se dice esto por la extrañeza de que 45.000 ciudadanos se hayan desplazado a Bruselas para respaldar el objetivo independentista (aunque con ese dinerito del viaje podían haber colaborado en la fianza de Artur Mas), ni por el asombroso afrancesamiento de ese expresident Puigdemont hablando, antes muerto que sencillo, en la lengua de Molière por no usar la de Cervantes. Asumimos, monsieur Carles, que cada comparecencia suya llevará una nota de espectáculo, y si Los Morancos siguen teniendo repertorio tras varias décadas de carrera, no tiene usted por qué agotar la chistera de las sorpresas comunicativas.

Pero lo que de verdad resulta incomprensible nos lo dijo ayer la última encuesta: que JxCat (bautizada sobre los restos de la corrupta Convergencia) está a punto de sobrepasar en votos a ERC. O sea, que los ciudadanos catalanes aumentan su apoyo al Puigdemont en fuga, que dice hoy una cosa y mañana la contraria, y que no vuelve vaya a ser que lo metan en la cárcel. Es decir, que los votantes independentistas prefieren el numerito de circo y reírse un poco de España a la coherencia que le ha costado su ingreso en prisión a Oriol Junqueras. El desafío mentiroso frente a la dignidad. Ojú. ¿Qué pasa en Cataluña?