El derecho de familia es tan íntimo y especial que la dedicación que deben tener los abogados que lo ejercen nada tiene que ver con la de los especialistas que ejercen en otras disciplinas jurídicas. Pero es que, al otro lado, los jueces que actúan en los Juzgados de Familia no solo deben ser expertos, sino también conscientes de que es sin duda una jurisdicción especial, en la que se les debiera exigir una dedicación y sensibilidad diferentes. Solo de esta manera algo tan delicado como la vida de las personas puede tratarse con auténtico acierto y justicia.

Huyendo de la judicialización de la vida cotidiana y sabiendo que no estamos preparados aún para la mediación --esa que algunos piden a gritos-- hay problemas que deben resolverse en los juzgados con jueces capaces de entender que están impartiendo justicia con lo más sagrado para el ser humano, los hijos, los afectos, las relaciones y hasta su patrimonio; con fiscales que verdaderamente supieran los entresijos de cada asunto y no lo que esa mañana les da tiempo a ver en el frío papel, de manera quizás incompleta y sin tiempo; con abogados expertos, atentos a su cliente, que no antepongan los honorarios al trabajo bien hecho y que le dediquen el tiempo necesario a esta disciplina tan especial y tan dura cuando se ve desde dentro lo más íntimo y a veces lo peor del ser humano.

Dicho esto, todos debemos entender que los problemas que surgen en el ámbito mas íntimo de las familias --la poliedrica familia actual-- solo pueden resolverse en el juzgado en un cincuenta por ciento. Lo demás excede el ámbito judicial y debiera resolverse solo con sentido común y educación. Si el niño viene sin ropa tras el fin de semana o sin ducharse; si las uñas no se las cortó el otro durante el verano; si le toca los martes y jueves y el otro lo apunta a yudo y chino esos días; si tú te lo llevas el fin de semana, yo no plancho ni lavo el uniforme; si tú le das bollycao de merienda yo digo que el niño está gordito y que debe comer solo pavo light ; si yo quiero que haga la comunión tú dices que ahora crees en Mahoma; si el cumpleaños lo celebra contigo, entonces yo no pago la tarta ni el regalo...

Mediación no sé, pero señoras y señores, sentido común y educación desde luego.

* Abogada