España es un país maravilloso en el que hacer homenajes a terroristas etarras es defender la libertad de expresión y portar la bandera nacional ofende mucho a la gente. Esto cuesta trabajo entenderlo, pero es así, y el problema lo tenemos nosotros, los que no lo entendemos. Porque, por si no lo sabían, en España solamente pueden llevar la bandera nacional Rafael Nadal, Fernando Alonso y Sergio Ramos, por poner ejemplos siderales, sin ser tiznados de fachas. También otros emblemas del pasado, como Raúl González Blanco. Vamos a extenderlo, como mucho, a sus compañeros de selección de fútbol y baloncesto, y también al balonmano, donde se ha ganado mucho y siempre a lo grande, con su épica, y en general a cualquier integrante de selecciones absolutas en citas muy cañeras, tipo Juegos Olímpicos. La sutileza y el matiz hacen la delicia de la literatura y también de las ocasiones míticas, y por eso seguramente ustedes no comprendan que para poder portar la bandera de España sin ser facha haya que ser poco menos que un atleta olímpico o un millonario con plaza en el vestuario del Santiago Bernabéu, pero es así. Hay excepciones, claro: si se gana un Mundial, sobre todo de fútbol. Entonces usted podrá sacar a la calle sus colores, pintarse la bandera en las mejillas y en la frente, colgársela a la espalda y planear por encima de la realidad, y brindar con sus amigos, y ponerse hasta arriba de cerveza, sin que nadie le recrimine por ser facha. Pero el resto del año y de las ocasiones no tan míticas, si usted lleva una pulserita o un reloj de correa con los colores de España, por si no lo sabía, usted es facha. Y eso molesta mucho, molesta tanto, que en las entregas de medallas del Campeonato de España Sprint de Jóvenes Promesas de piragüismo, primero en Mequinenza, Zaragoza, y luego en Verducido, Pontevedra, la Federación Española ha intentado obligar al campeón a quitarse la bandera de la espalda.

Se ha sabido ahora, pero todo empezó el 29 de junio en Mequinenza y siguió un mes después, en Verducido. La pareja de piragüistas sevillanos de 14 años, integrantes del equipo del Círculo Mercantil de Sevilla, subieron a recoger sus trofeos con la bandera de España. El ya famoso Pablo Ogazón Rodríguez Tabernero, campeón de España en la categoría C2 de canoa, iba con su compañero Carlos Sánchez. Como se ve en el vídeo, cuando Pablo Ogazón sube a recoger su medalla, como sus héroes deportivos, lo hace con la bandera española a la espalda. Los organizadores de la Federación Española de Piragüismo lo frenan y le dicen que la bandera se la quita, o no hay medalla, y Pablo Ogazón la suelta a regañadientes. Cuando un mes después, en Verducido, vuelve a pasar lo mismo, esta vez el chico se da la vuelta, sin quitarse la bandera, y rechaza el trofeo.

La gente abucheó al personal de la Federación y aplaudió a los muchachos. Pablo Ogazón después ha escrito una carta explicándolo todo, que es la protesta de un atleta de 14 años, un chaval que ama su deporte y quiere subir a recoger su medalla como Rafael Nadal: con su bandera. La respuesta de la Federación Española de Piragüismo no está en la literatura del absurdo, porque no alcanza el nivel, pero abreva en charcos aceitosos: «Los palistas galardonados deberán recoger su trofeo inexcusablemente con el atuendo deportivo oficial del club al que representan. Una bandera de España portada sobre los hombros no forma parte del vestuario oficial y por tanto no se le permitió acceder de esa manera a recoger el trofeo», ha explicado Juan José Román, el presidente de la Real Federación Española de Piragüismo, en su respuesta a Práxedes Sánchez, presidente del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla, que por supuesto ha blindado el apoyo a sus dos atletas. El equipo sevillano ha remitido un segundo escrito a la Federación Española de Piragüismo preguntando si existe normativa o reglamento que impida a los deportistas subir al podio de un campeonato nacional con la bandera española y exigiendo que los miembros de la Federación se dirijan a sus deportistas con respeto.

No hay que justificarse por llevarla. Pero los ganapanes del purismo ideológico, siempre escurridizos, no recuerdan a Antonio Machado, ni a Manuel Azaña, ni a Blas de Otero, ni a Celaya, porque todos amaban y ejercían la palabra España. Hablamos de un derecho ciudadano, no de una inquisición de la apariencia. Que cada uno lleve la bandera constitucional que quiera, si le gusta. Debo de ser muy facha, porque estoy con el muchacho y su derecho.

* Escritor