Después de seguir con mucha atención, cercanía y entusiasmo todo el proceso de negociación y la sesión de investidura para la formación de un Gobierno (negociaciones intensificadas la última semana) he de decir que me siento, como ciudadano progresista y de izquierdas, decepcionado.

Decepcionado, porque desde el PSOE se había propuesto un gobierno de coalición y la propuesta socialista era una propuesta muy buena: una Vicepresidencia Social y el Ministerio de Igualdad, Ministerio de Sanidad, Asuntos Sociales y Consumo y el Ministerio de Vivienda y Economía Social.

Decepcionado porque Podemos, en lugar de aceptar, renuncia a Igualdad (el ministerio insignia de cualquier partido progresista) y pide gestionar Trabajo, algo que desde el PSOE se rechaza.

Decepcionado porque se había llegado a acercar muchísimo las posturas, y tras decir, Iglesias, que en dos días no se puede negociar un Gobierno, va y hace una propuesta desde el estrado en el tiempo de descuento, pero encima fuera de lugar, renunciando a Trabajo, pero solicitando las Políticas Activas de Empleo, sin saber que estás competencias están transferidas a las autonomías.

Decepcionado porque, por el egocentrismo de Iglesias o su ambición, o su desconocimiento de las competencias estatales, o su inmadurez política, se vuelve a perder de nuevo una oportunidad de tener un gobierno progresista en nuestro país, que tanta falta hace, para poner en marcha medidas sociales y laborales.

Decepcionado porque se decepciona a la ciudadanía, se desprestigia a la política, se pone en riesgo una posible repetición de elecciones y, sobre todo, se alimenta la posibilidad de un futuro gobierno de derechas y por tanto, de un retroceso en libertades y derechos sociales.

Hoy estoy decepcionado, pero mañana volveré a estar, nuevamente, esperanzado con la fortaleza y la entereza que Pedro Sánchez está demostrado, esperanzado en que se convierta en presidente del Gobierno de España y comencemos cuanto antes a poner en marcha nuestro país.

* Senador socialista por Córdoba