Finiquitado el curso escolar, muchas familias se preguntan qué hacer con los más jóvenes de la casa los dos largos meses de vacaciones que no se corresponden con el descanso estival previsto para los mayores. Se ha discutido mucho sobre si resulta adecuada la duración de las vacaciones escolares. Según la red europea de información sobre educación, Eurydice, las vacaciones de verano varían significativamente entre los países: de las seis semanas de algunos landers alemanes, los Países Bajos, el Reino Unido, Suiza y Liechtenstein hasta las trece semanas en Lituania, Letonia, Italia, Portugal y Turquía. Las vacaciones de verano son generalmente más cortas en los países donde los estudiantes tienen vacaciones más frecuentes, dado que algunos suelen tener una semana de vacaciones cada seis semanas lectivas.

La verdad es que en la mayoría de las ocasiones no resulta fácil gestionar dos meses donde los menores se encuentran fuera de su rutina habitual. Algunos padres tratan de suplir el colegio y agobian a los niños con un régimen paraescolar de deberes, cartillas de repaso y horarios rígidos que producen cansancio y tedio en los menores. Otros, con más medios económicos quizás, buscan la alternativa de los campamentos de verano para paliar, por semanas o quincenas, este régimen transitorio dentro de las múltiples variedades que estos nos ofrecen, ya sean de música, idiomas, naturaleza ó deportes, para combinar el lado lúdico con el conocimiento. Otros tiran de abnegados familiares y abuelos que echan una mano. Lo cierto es que cada año resulta un reto para miles de familias sortear con éxito esta etapa para ocupar a los jóvenes con alguna actividad provechosa que vaya más allá del uso del móvil y los videojuegos.

Los niños necesitan descansar del trabajo realizado durante todo el curso y lo mejor es que vivan el verano como un período para relajarse, jugar y compartir actividades con sus padres y amigos. Muchos deberían seguir el consejo del «profe Manolo» que se ha viralizado en las redes, por los 45 deberes a sus alumnos de tercero de primaria y que deberíamos extenderlos a todos los ciclos y etapas, incluidos los adultos: ver el amanecer y la puesta de sol, contemplar las estrellas, hacer polos caseros y limonada fresquita, aprender nuevos juegos de mesa, ver películas en familia, cuidar una planta, comer brochetas de fruta, pintar y decorar piedras, recoger conchas en la playa, construir un castillo de arena legendario, dar tres abrazos al día, aprender a cocinar algún plato, hacer una ruta en bici, ocuparse de varias tareas de casa, visitar un museo y una biblioteca, divertirse con globos de agua, disfrazarse, leer libros y cómics, volar una cometa, hacer deporte y bailar, escribir una historia o un cuento, tirarse a la piscina salpicando lo más posible, construir una cabaña, reírse hasta que duelan las mandíbulas, hacer amigos nuevos. Y sobre todo: quererse, creer en uno mismo, cuidarse y decir te quiero mirando a los ojos. Yo me apunto.

* Abogado y mediador