No das el perfil le dicen. Y es natural. Ella sabe bien por qué, aunque quienes le indican la puerta no quieran extenderse en explicaciones. Nació en República Dominicana y, aunque vino a España de pequeñita siguiendo a sus padres, parece que el lastre de ese origen no se borra. Es lógico. Su piel, sus facciones, la delatan. Quiere ser actriz, se prepara para ello, pero lo tiene más difícil que sus compañeras. Aunque no todas. Hay algunas cuyos padres son de Perú, de Salvador, de Ecuador, de Paraguay que también lo tienen complicado.

Vayan al casting que vayan tampoco dan nunca el perfil. Supongo que para ellas fue un consuelo y un motivo de esperanza ver en la gala de los Goya a Adriana Paz, una actriz mexicana muy morena, cuyos rasgos no dejan lugar a dudas. Adriana Paz estaba nominada a actriz revelación por su papel en la estupenda película El autor. Revelación para nosotros que vivimos de espaldas a la cultura iberoamericana. En México su solvencia profesional es bien conocida: Paz cuenta con tres premios Ariel.

Atrás quedan los tiempos de las grandes coproducciones apoyadas por nuestra televisión pública en la que actores y actrices de México, de Argentina, de Cuba circulaban en viajes de ida y vuelta por nuestras pantallas. Directores como Aristarain, Ripstein, Gutiérrez Alea, Tabío o María Novaro, entre otros muchos, estrenaban sus películas en España con regularidad y éxito. Paradójicamente ahora, cuando más iberoamericanos residen en España y una segunda generación ha nacido en nuestro suelo, no están presentes en nuestras películas.

Nuestro audiovisual nos delata. Como cuando dices algo sin pensar, como en los sueños. Adriana Paz participa ahora en España en una serie. Es un drama televisivo que se desarrolla en una cárcel de mujeres, y en el que, curiosamente, sí hay diversidad en el físico, las nacionalidades y culturas de los personajes. Es una pena que los matices solo tengan cabida cuando hay que retratar la delincuencia, los bajos fondos.

* Cineasta