Ya hace días que dije que, en mi opinión, en la campaña del PP faltaba contenido ideológico a chorros. Me parece que, de esa manera, se hubieran podido confrontar proyectos y los afiliados estarían, entonces sí, votando sobre qué España quieren defender en el futuro. Por el contrario, lo que nos encontramos son mensajes vacuos, en el mejor de los casos, y ataques personales en el peor. María Dolores de Cospedal y José Manuel García-Margallo, después de pasar la primera semana criticando a la exvicepresidenta del Gobierno, ahora han pasado a descalificar a Pablo Casado, evidenciando así que le toman en serio como rival. En las últimas horas, han sugerido que José Maria Aznar está detrás de su candidatura. Saben que eso le puede hacer daño, porque el expresidente se ha distanciado hace años del PP. Y viceversa.

Sin embargo, no tengo claro que esa sea una estrategia adecuada, porque supone tensionar a la militancia que, por mucho que les pese, oscila entre la melancolía de que cualquier tiempo pasado fue mejor y la necesidad de rejuvenecer el proyecto.

Supongo que este argumento de Cospedal y Margallo es consecuencia de la línea que marcó Casado, cuando se presentó como el nuevo. Es también esta una tesis tramposa, porque él lleva 15 años afiliado al PP y no se le conocen otros méritos. Ostentó durante años la presidencia de NNGG en Madrid, con Esperanza Aguirre como lideresa. Fue después jefe de gabinete de Aznar y luego ya pasó los últimos años en la dirección del PP con Mariano Rajoy. Pero además, creo que la juventud no siempre es garantía de éxito en política. De hecho, muchos pensamos que hay dirigentes antiguos con bastante más enjundia que los que están casi para estrenar.

Por último, de entre los candidatos con posibilidades, también merece mención la campaña de Soraya Sáenz de Santamaría. Ideológicamente, tampoco ha aportado nada. Se limita a pronosticar que ella es la que puede ganarle las elecciones a Pedro Sánchez, a cantar en karaokes rodeada de afiliados y a colgar vídeos con chascarrillos en las redes, intentando aparentar una naturalidad que no es real. «Para dolor de cabeza, el que le vamos a dar a Sánchez. No va a haber paracetamol en el mundo», decía en uno de los últimos, mientras se dirigía a una farmacia de la T-4.

No puedo saber lo que piensan los afiliados del PP cuando ven este tipo de cosas. Pero a juzgar por los que se han inscrito para votar, apenas el 7%, me atrevería a pronosticar que no tienen una ilusión desbordante. Sin ir más lejos, Aznar ha dicho que ni siquiera sabe si está al corriente de pago y que, en todo caso, no piensa ir a votar. Un proceso interno, así enfocado, dejará heridas entre los candidatos y una más que probable decepción entre sus simpatizantes.

* Periodista