Prisión para un presunto yihadista radicalizado durante el confinamiento. Hacía cuatro años que la Guardia Civil sabía de su afinidad al Daesh, pero durante el estado de alarma pasó a estar «totalmente influido por los postulados radicales». Juró fidelidad a la organización terrorista y eludió el confinamiento. Sospechan que buscaba objetivos para atentar. Daesh sigue haciendo llamamientos a los lobos solitarios. En medio de la pandemia, el efecto destructor de un atentado se multiplicaría. El recuerdo lleva al 17-A y a los jovencísimos terroristas. Muchos son los factores que les condujeron al horror, la falta de expectativas y los agravios sociales fueron fundamentales. Apenas unos meses bastaron para que el imán de Ripoll formateara sus mentes. La prevención es fundamental, y es previa a la policía. Profesores, servicios sociales, psicólogos... Me pregunto qué está pasando durante estas semanas de reclusión, especialmente entre los jóvenes más vulnerables, los que solo tienen la calle. En la oportunidad de ofrecerles un lugar y un futuro también radica la paz. El discurso del odio acecha nuestra incapacidad.

* Escritora