El nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ocupa La Moncloa avalado por independentistas y populistas antisistémicos con una hipoteca cargada de cláusulas abusivas e injustas. Se abre una nueva etapa de revanchismo y el revisionismo que intentará rebañar de un PSOE debilitado y codicioso que solo quiere el poder, sin importarle el daño de unos socios enfrascados en la tarea de empeorar España.

Por mucho que el marketing y la política de gestos intente hacer ver que se manda, el regreso a la ingobernabilidad será una realidad irrefutable a medida que vayan disminuyendo los flases de los primeros días de un Ejecutivo cargado de sorpresas poco ejemplares, si tenemos en cuenta el argumento que conformó la moción de censura. Se dibuja un panorama muy preocupante para un Gobierno que solo tiene 85 de los 350 diputados, una base de apoyos muy frágil que le impedirá gobernar si no es con concesiones dañinas para la cohesión, estabilidad y equilibrio presupuestario del país.

Los hechos denuncian con descaro el cambio de una oposición tan insolente y blindada a las acusaciones de incoherencia a caer en contradicciones una vez en el poder. Una de las graves contradicciones de líder socialista fue presentar a su partido como adalid contra la corrupción en la moción de censura, cuando tiene causas abiertas importantes y un ministro dimitido que acababa de nombrar; plantear un dialogo con el presidente de la Generalitat catalán, Quim Torra, al que llamaba racista y supremacista o asumir como propias unas Cuentas Públicas que tildaba de «ataque al Estado de Bienestar».

El presidente acepta ahora un proyecto de Presupuestos del Estado 2018 que rechazaba en la oposición cuando contemplaba una subida considerable de impuestos y aumentaba la carga tributaria total del 38% actual hasta el 42%. Además, disparaba las cuentas en 10.000 M€, incrementando el gasto excesivo y desviando en cuatro décimas el límite establecido por la Comisión Europea para España en 2018 (el 2,2% del PIB). Las Proposiciones de Ley vetadas a los partidos del Gobierno Frankenstein suponían un coste de 87.000 M€. Conviene recordar que las tres últimas recesiones que tuvo nuestro país estuvieron precedidas por aumentos de la presión fiscal por parte de gobiernos del PSOE.

El giro político de junio 2018 provocado por el PSOE prometiendo elecciones «cuanto antes» a acabar la legislatura, evidenciando el choque entre los valores proclamados y las decisiones tomadas, entre lo planteado en la oposición y lo nuevo realizado en el gobierno.

El esperpento de tanta contradicción irresponsable llega hasta Córdoba y su alcaldesa, al retirar ahora las enmiendas planteadas por el PSOE a unos Presupuestos del Estado elaborados por el PP que cuentan con unas inversiones de 82 millones de euros. La alcaldesa catalogaba de «inaceptables, indefendibles e injustos» los presupuestos del PP a pesar de su gran avance social y mejora del empleo, aumento de las pensiones, equiparaciones salariales e incrementarse las inversiones en Córdoba, un 12% con respecto a 2017.

La alcaldesa criticaba a Mariano --nunca a Susana Díaz y a la Junta-- y decía que «Rajoy prima cuestiones electorales y quiebra el principio de solidaridad», y espetaba al PP que hay «326.609 razones, una por cada cordobés, para rechazar unas cuentas que desprecian a la ciudad de Córdoba».

Ahora, Ambrosio, como el presidente Sánchez, retira las enmiendas del PSOE, menospreciando sin sonrojo aquellas 326.609 razones, alegando una responsabilidad tan vergonzosa y partidista como desleal a la ciudad de la que presume defender con tantas mentiras como enmiendas socialistas retiradas.

Ya solo cabe exigir por el bien de esos mismos 326.609 cordobeses y cordobesas, que se cumplan las inversiones y el presupuesto del gobierno de Rajoy.

* Viceportavoz Grupo Municipal PP Ayuntamiento