En espera de que el Ayuntamiento resuelva qué rincón urbano se habilitará por fin para la actuación de la cantante Rosalía, uno de los principales temas de debate local a la hora de redactar estas líneas, y eso que es inminente el inicio de la campaña de las elecciones municipales, Córdoba se ha vuelto a hacer patio. Vuelve un año más a ser compartida la magia de estos recintos declarados Patrimonio de la Humanidad, pura esencia de lo nuestro, y con ello las largas colas a su entrada y la promesa por parte de la autoridad competente, un año más, de que se buscarán soluciones (para más adelante) contra esa masificación que preocupa tanto a los propietarios como agobia a los visitantes. Vuelve también la fascinación colectiva ante la abundancia y lozanía de plantas y flores crecidas en arquitecturas íntimas, junto a la admiración por quienes las mantienen calladamente con gran inversión de tiempo y esfuerzo. Como volverán, cuando el 19 de mayo se cierren las puertas a la mirada ajena, las quejas de esos cuidadores que, por ofrecer durante dos semanas todo lo que tienen sin más recompensa que una subvención municipal que nunca es suficiente, se sentirán de nuevo utilizados y reclamarán más mimos públicos.

Esta edición del Festival de los Patios, a dos años de cumplirse su primer siglo de vida, se anuncia entre calores sofocantes y a pesar de ello un incremento de las visitas --¿Más aún, por Dios?--. Como novedad, se ha aumentado la accesibilidad con rampas que faciliten el paso a personas en sillas de ruedas. Pero por lo demás, salvo algunas incorporaciones a la nómina del certamen, la vida sigue igual en los patios. O casi, porque lo cierto es que ha crecido la actividad cultural en su entorno, que no es poco. Así, en el patio que comparten los museos de Bellas Artes y de Julio Romero de Torres en la plaza del Potro, podrá contemplarse hasta el 3 de junio una original colección de esculturas en hierro, con algunos toques de cerámica, debida a José Luis Checa, que se ha traído desde Villanueva del Duque Las miradas de Vulcano y con ellas un homenaje a la llamada de la tierra que en cierta forma recuerda a otro ilustre artista de Los Pedroches, aquel escultor con vocación universal que fue Aurelio Teno.

Por otro lado el Palacio de Viana, que se muestra todo el año bajo el lema de Puerta de los Patios, redobla estos días sus actividades y, junto a una jornada de puertas abiertas ofrecida ayer, exhibirá durante todo el festival una exposición de diseño gráfico con la que, en un alarde de eso que llaman «tipografía creativa», se pretende definir con todas sus letras un producto tan autóctono como el salmorejo cordobés. Y es que no está reñido el arte con la gastronomía, como tampoco lo está con las pócimas que hacían la vida más fácil a nuestros antepasados de la Edad Media. El Archivo Histórico Provincial expone estos días, a través de artilugios y manuscritos que son joyas en sí mismas, recetas para hacer jabón, quitar manchas, combatir la calvicie o teñirse el pelo; sencillas soluciones domésticas, tan entroncadas al mundo hogareño de los patios, que aportan el aroma de otra época gracias a una investigación de dos décadas llevada a cabo por el grupo HUM 128 Merides de la UCO. Y desde el próximo lunes al día 17 esta ciudad se convertirá nada menos que en Foro Mundial de la Convivencia --así lo ha denominado la Fundación Paradigma, su impulsora--, con 120 participantes de más de 35 países, pertenecientes a 50 organizaciones, dispuestos a establecer un diálogo sobre tolerancia y buenas maneras de vivir. Tan buenas como el entendimiento vecinal que siempre se ha respirado en estos paraísos caseros que son los patios de Córdoba, patrimonio nuestro y de la humanidad.