El pasado día 21 de julio se celebró el Consejo Europeo que sentó las bases de la política económica europea de los próximos años. Un Consejo Europeo importante por dos razones: en el plano político, porque es un paso adelante en la construcción de una Europa más federal; y, en el plano económico, porque se autorizó una inyección de 750.000 millones a la economía europea en tres años para sostener una nueva política económica europea. Dos razones que son buenas noticias.

Pero siendo buenas las noticias para todos, especialmente para España, no son la panacea que la propaganda oficial nos ha vendido, pues son solo una parte de la solución a nuestros problemas. Y para demostrarlo basta con leer las 67 páginas de las conclusiones del Consejo Europeo.

Lo primero que hay que decir es que los 750.000 millones son una emisión de deuda que los 27 países de la Unión autorizan que haga la Comisión Europea, entre este año y el 2026 (párrafo A5 de las conclusiones) y que se amortizará en 30 años (hasta 2058) (A7). En otras palabras, lo que se ha hecho es endeudarnos solidariamente los 27 Estados de la Unión.

De esos 750.000 millones, España recibirá, según los cálculos del Gobierno, unos 140.000 millones, que nos corresponden por el mayor impacto del covid-19 en nuestra economía (el más alto de la Unión), la mayor tasa de paro estructural (criterio vigente solo hasta 2022) y una menor renta per capita. Unos criterios que sería bueno que fueran los que se aplicaran para el reparto interno por comunidades autónomas.

Nos han dicho, además, que de estos 140.000 millones vamos a recibir en forma de subvenciones unos 72.500 millones (lo que es muy optimista) y los otros 67.500 millones en subvenciones, lo que da la sensación de que los primeros sí tenemos que devolverlos y las segundas, no. Pero eso no es cierto, porque lo que no nos han dicho es que estos 140.000 millones se financian a partir de la emisión de deuda que va a hacer la Comisión y, como la Comisión somos todos los europeos, esos 140.000 tenemos que pagarlos también los españoles en los próximos años. Lo cierto es que de esos 140.000 tendremos que pagar unos 130-132.000 millones, porque nosotros aportamos el 17% del presupuesto comunitario (de donde saldrá el dinero), porque se ha reducido el presupuesto comunitario de gastos para los próximos años (y pasaremos de receptores netos a casi neutrales) y se ha pactado un ajuste de 7.603 millones para los más contribuyentes (párrafo 152, página 65 del Acuerdo). O sea, que lo que vamos a recibir neto serán, como mucho, unos 10.000 millones, unos 6.000 millones más de lo que hubiéramos recibido con los presupuestos comunitarios normales.

Tampoco nos han dicho que los 140.000 millones los vamos a recibir en tres años (cuando necesitamos unos 120.000 solo en este año y otros tantos en el que viene) y que se han de gastar, primordialmente, en infraestructuras (A.12) y no en gasto corriente, y que están sujetos a conseguir unas metas y objetivos (A.19). O sea, los 140.000 millones son para reconvertir y reformar nuestra estructura productiva para hacerla más verde, más digital, más sólida, etc.

Dicho de otra forma, que Europa, que somos nosotros mismos y no unos extraterrestres, se ha endeudado en 750.000 millones, de los que vamos a recibir 140.000 en tres años, de los que tendremos que pagar a largo plazo unos 130.000, y que hemos de usar estos 140.000 millones para reconvertir nuestra economía.

Lo conseguido, pues, en el Consejo Europeo, es algo importante, no tanto por el dinero en sí (que es solo una forma de financiación más barata), sino porque ahora tenemos un esquema de política económica federal, lo que es una gran noticia. En gran medida porque nos libra de las ocurrencias de un Gobierno que no sabe de economía, sino de propaganda.