La gran diferencia entre Hansel F. Hernández y George Floyd es que Hansel F. Hernández era cubano y ha sido asesinado por la policía de La Habana. Estamos ante una historia con Malecón y rodilla en el cuello, en forma de disparos. Por eso esta semana se ha convocado en Cuba, a través de las redes sociales, una manifestación contra la muerte de Hansel, que también era negro. No hemos escuchado mucho sobre esto, porque la lucha por la libertad y la dignidad en el mundo ahora consiste en derribar estatuas de Colón, de Isabel la Católica y Cervantes. Es curioso que a nadie se le haya ocurrido, mientras tanto, derribar a pico y pala el Capitolio de los EEUU, cuya primera etapa se terminó de construir en 1.800: más o menos cuando estaba comenzando el apogeo del exterminio de la Nación India a manos de sus fuerzas gubernamentales, con matarifes como el general Custer posteriormente a la cabeza. Pero volvamos a Cuba: Hansel F. Hernández murió tras tres disparos, dos de ellos presuntamente al aire, por negarse a entregarse. El muchacho, de solo 27 años, había sido reprendido por una patrulla de la Policía Nacional Revolucionaria cuando «estaba robando piezas y accesorios de una parada de ómnibus», echándose a correr. Durante la carrera de casi dos kilómetros, Hensel tiró varias piedras a uno de los agentes. Y, como todo el mundo sabe, la manera más proporcional de reaccionar al lanzamiento de una pedrada es responder a balazos. Sin embargo, a diferencia con el caso de George Floyd, aquí hemos encontrado reacción cero. Quizá porque George Floyd fue asesinado por un policía de Minneapolis, es decir: norteamericano. Y aquello fue espantoso. Pero sabemos que todo lo que sea ir contra la policía, y más si es estadounidense, o contra su poder, tiene siempre la prensa a su favor. Pero si sucede lo mismo, y el ejecutor es miembro de la Policía Nacional Revolucionaria cubana, los golpes de pecho y las jaculatorias se vuelven ruinmente hacia otro lado.

* Escritor