Se sentaron con el Consejo de Distrito Sureste la alcaldesa, Isabel Ambrosio y el teniente de alcalde de Urbanismo y presidente de la JMD Sureste, Pedro García, en un encuentro donde compartieron con el Consejo de Distrito las preocupaciones, intereses y desvelos de la gente y los movimientos sociales del distrito. Les contamos el entusiasmo con que el que veníamos trabajando en convertir la iglesia Campo Madre de Dios y sacar adelante el proyecto de La Casa de las Córdobas, como faro cultural de dimensión internacional que, partiendo de los barrios de un distrito, arrojara luz a toda la ciudad. Les hablamos de la necesidad de disponer de un diagnóstico de nuestro entorno donde cobrara identidad la realidad, las necesidades de nuestros barrios y sus gentes sustituyendo la intuición como herramienta con la que trabajen los colectivos y los servicios municipales. El último diagnóstico data del año 2000.

Les mostramos la necesidad de hacer de las Juntas Municipales el órgano que descentralice el Ayuntamiento. Les contamos que están pendientes de abordar los usos del Centro de Iniciativas Culturales Osio, que se cae a pedazos. Les hablamos de la Velá como expresión de la cultura participativa de los barrios del distrito.

Del Balcón del Guadalquivir, el mantenimiento de sus espacios verdes, el cauce del río a su paso, y el avión allí instalado, les rogamos que, ya que el aprovechamiento del espacio público lo tiene un particular con un bar, que el aparato o se transforme a una función útil o desaparezca de ese espacio público. Con ello, que ese espacio tan disfrutado por la vecindad, se conserve, se mantenga y se interprete, es un trabajo por hacer. No en vano, ese proyecto quedó a la espera en 2015 con el cambio de gobierno.

Barrios que esperan equipamientos desde hace 20 años: sala de las artes, edificios construidos para crear empleo que permanecen cerrados, sin uso o que acumulan desperfectos, solares y equipamientos pendientes de definirles destino, el carril bici que observamos como espectadores de una demanda histórica que se desarrolla sin el consenso necesario de la vecindad que es la que tendrá que vivirlo o soportarlo. Centros Cívicos y servicios municipales que languidecen por falta de personal y de proyecto...

Cosas que han funcionado: un proyecto que reconoce el valor de la participación, Mi barrio es Córdoba. Una isla de participación que fortalece y muestra que otra forma de hacer las cosas es posible. ¡De eso iba participar! Llegó el informador gestor y con él, el aumento de la cartera de servicios a la ciudadanía. Cuánto bueno si no funcionara de manera tan irregular y caótica.

En resumen, este es el hilo de los asuntos que dan o quitan vida a los barrios de una ciudad y que, en el Distrito Sureste, han quedado a la espera de una respuesta que no ha llegado. A la vuelta de dos años de esa primera y única cita, y tras meses de espera para una segunda que ya no esperamos, este es el pobre balance para un extenso distrito: el silencio como respuesta de todo un mandato 2015-2019. Otra legislatura de expectativas frustradas.