Algo habrá que hacer para que el sosiego, la reflexión, la concentración y el razonamiento entren en nuestra vida de manera habitual y pongan un poco de lucidez entre tanta confusión. Las nuevas tecnologías han puesto al alcance de un clik todo el saber desde Herodoto a nuestros días, pero eso no garantiza un mayor conocimiento. Solo en España se publican más de 80.000 títulos de libros al año, los canales que podemos sintonizar en cualquier hogar son cientos, la música que llevamos en el spotify no podríamos escucharla en una vida y dentro de nada tendremos todas las películas antiguas y nuevas en el smarphone y cualquier información para consultar dudas y errores, y no meter la pata. Pero la realidad es que un presidente de gobierno del país de Cervantes publica un libro y plagado de errores garrafales --que no erratas--, y escrito en una prosa pedestre, atropellada y ególatra. Más allá de todas las chanzas y cachondeillos circulando por las redes a costa del osado escritor y su editora, lo más grave es que una editorial como Planeta coloque en las librerías un artefacto sin limpiar, ni fijar, ni gota de esplendor. Es el signo de estos tiempos atropellados, donde todo avanza aceleradamente, sin tiempo a digerir lo aprendido. El astuto Sánchez no se lo pensó dos veces antes de lanzar un libro, y aún menos sus acólitos, se quedó con el atractivo de la portada; lo mismo que el arribista de Casado no reparó en prendas cuando iba saltando de un curso a otro, como Campanilla, de flor en flor y aprobando en meses una veintena de asignaturas que exigen horas de estudio dejándose las pestañas en el flexo. Nombro aquí a estos dos gallos en liza, pero bastaría revisar el currículum de los que tienen enfrente, así como ministros y presidentes de autonomías, para comprobar cuán endeble es la formación de la mayoría de nuestros políticos, más allá de algunos cursillitos y congresos hechos a la carrera. Por no hablar de las cotizaciones aportadas a la Seguridad Social fuera de la carrera política, porque haberlos haylos que han llegado a cargos de responsabilidad sin haber computado un solo jornal fuera del partido. Andan a ciegas, hablan para contentar a los convencidos y citan lecturas mal asimiladas. Esta semana la han tomando con Antonio Machado, al cumplirse el aniversario de su muerte --ya saben lo que aquí gusta un muerto y una efemérides-- y desde el presidente del Gobierno a Quim Torra todos han citado sus versos que van allá de su tristísima muerte en Collioure. Para una vez que aluden al poeta no seré yo quién se lo reproche, pero puestos a ello, permítanme también recordar al poeta: “¡Qué difícil es / cuando todo baja/ no bajar también!».

* Periodista