Cuando llegue marzo volverá a florecer el morado en las alamedas, como estos días alegran las jacarandas. Cuando llegue marzo se reactivará el #Metoo y las carreras solidarias por la igualdad, la paridad y el empoderamiento de la mujer. Así será cuando llegue marzo, pienso mientras contemplo la ancha estepa castellana desde la ventanilla del AVE que me devuelve a casa, sin parada en la estación de Los Pedroches. Vuela «el avión que vuela bajito», como definió al AVE el ministro Borrell en su inauguración, y vuela mi pensamiento al pasado marzo feminista cuando la azafata me entrega el programa del festival más importante del verano en la Costa del Sol. Como la paridad la tenemos tan interiorizada, la busco entre los espectáculos que el programa oferta y, tras un conteo y reconteo, descubro que de las 35 propuestas de diferentes nacionalidades, edades y estilos, para las noches marbellíes tan solo encuentro una mujer, la actuación de Diana Krall, el 25 de julio. Hoy que todo se mide por la equiparación entre hombres y mujeres, muy especialmente en las actividades de financiación pública, me asombro ante la propuesta más glamourosa del litoral. La curiosidad me pica y busco entonces la programación de otros festivales de verano, jóvenes pero con pretensiones, que caen en la misma tendencia con una sobreabundancia de testosterona en su programación. Es su libertad. Mi asombro viene del silencio de los beligerantes grupos feministas que enmudecen ante tales actuaciones. Porque, y lo que voy a expresar lo digo por propia experiencia, son mayoría las mujeres en los teatros, en los conciertos, en cualquier acto de tipo cultural y, por supuesto, las que más leen, diez puntos por encima de los hombres, y las que conforman, alimentan y activan los clubes de lectura. Mientras tanto, en la 3ª Bienal Internacional Mario Vargas Llosa, celebrada esta semana en Guadalajara (Mexico), frente a los trece escritores invitados a participar como conferenciantes solo había tres escritoras; y al prestigioso y cuantioso premio que con el nombre del escritor peruano se entregaba concurría solo una mujer de los cinco finalistas. Premio que se embolsó el venezolano Rodrigo Blanco Calderón. Y tal como van las cosas, al día de hoy ninguna capital andaluza tendría una alcaldesa al frente del ayuntamiento, y las de Madrid y Barcelona están en tenguerengue. Por no hablar de los miles de votos conseguidos por Vox en Andalucía que, digo yo, también algunos le habrán caído de las andaluzas. Pero de todo esto las feministas y los feministas no dicen nada, les aseguro que cuando llegue marzo la tendencia será muy otra.

* Periodista