Un año que anuncia su marcha definitiva a los anaqueles de la historia, siempre resulta una invitación a una mirada retrospectiva de los perfiles más relevantes de aquello que vivimos. Algunos lo han calificado como el año del desencuentro, que ha marcado sin duda la agenda informativa. Ya sea en lo nacional con el intento de ruptura del independentismo catalán que tantas tensiones y dislates ha creado, y que ha venido a certificar lo que ocurre en cualquier familia, que no es otra cosa que el portazo del niño egoísta que se cree con derecho a todo y vive en su fábula, mal criado por unos padres que le han consentido durante décadas lo más impensable y que se pierden en ventajismos cortoplacistas sin ser capaces de atajar el problema por ellos creado. Ya sea en lo internacional, con el pulso incesante que Donald Trump mantiene con el resto del mundo, sean sus vecinos mejicanos, sea con una Unión Europea a la que menosprecia, sea con las organizaciones internacionales a las que ningunea recursos y tratados; o internamente cerrando sus fronteras o dejando sin derechos o sin sanidad a millones de compatriotas que no tienen su fortuna.

Para otros ha sido el año de la confusión, de la desinformación y la manipulación mediática, que supone la gran amenaza de internet. El año de los bulos que infectan las redes hasta convertirlo en pandemia global, de la posverdad que reinventa sucesos e historias con sus legiones de protagonistas creando tendencias y opiniones sin sustento, llevando intencionadamente al triunfo de fanatismos populistas y excluyentes de todo signo.

En lo económico ha sido el año de la consolidación en el despegue, de la creación de empleo, aunque el sistema bancario, que soporta millones de demandas judiciales, no ha terminado de adaptarse a los tiempos que corren, y en lo local tampoco hemos sido capaces de terminar proyectos lastrados por la desidia y la indefinición ni de abandonar el liderazgo del paro nacional.

Fue el año inevitable también de muchas despedidas. De amigos y familiares cuyo vacío permanece entre nosotros. De miles de decenas de muertes violentas, de gentes anónimas, cuyo dolor nos sacudió aún en la distancia. Y también de personalidades destacadas: políticos como el canciller Helmut Kohl, padre de reunificación alemana, o la ministra Carme Chacón, de deportistas como Angel Nieto o artistas como Chiquito de la Calzada.

Pero, detrás de los grandes acontecimientos, queda la pregunta de qué ha sido para cada uno de nosotros este volumen que estamos a punto de cerrar. Cuáles han sido las mejores fotografías de nuestra historia personal que colocamos en sus páginas, cuáles los latidos y los proyectos que supimos sacar adelante y cuáles dejamos en la cuneta para siempre. Qué personas aparecieron en nuestro caminar y qué vivencias marcaron nuestro sendero. Cuáles fueron nuestras peores servidumbres y cuáles los motores que nos pusieron en camino cada día y dieron sentido a nuestro devenir. Sea cual sea tu personal balance y cuenta de resultados, anota al final con letras destacadas y con un destello de esperanza.

* Abogado