De nuevo se alargan los días, de nuevo comenzarán a subir las temperaturas y un año más tendremos que hablar del calor extremo que sufrirán nuestras hijas e hijos en apenas un par de meses en sus centros escolares. Colegios e institutos que llegarán a alcanzar temperaturas insoportables en aulas mal aisladas, en patios convertidos en sartenes de cemento hirviente, en instalaciones sin ventilar. De nuevo volverán las protestas de madres y padres para pedir que las administraciones (Junta y Ayuntamiento) hagan algo, que eviten una situación que supone un problema de salud y educativo, porque no es sano ni se aprende estando a 35 o 40 grados en un aula con cinco, ocho o diez años.

Y de nuevo las administraciones volverán (ya han comenzado) a anunciar medidas, a desglosar presupuestos, a jurar sensibilidad y buena disposición, a prometer más y más consolas de aire acondicionado...

Y aquí está parte del problema, en que las respuestas que las administraciones ofrecen de forma generalizada, en un altísimo porcentaje de los casos consisten en mejorar aislamientos por medio de obras e instalar aires acondicionados en aulas, comedores y despachos. Podría parecer la solución óptima, refrigerar espacios recalentados, si no fuera por dos nimios detalles, casi insignificantes, como son que la apuesta masiva por el aire acondicionado es mala para la salud del alumnado y nefasta para el cambio climático que ha agravado y seguirá agravando el problema de las elevadas temperaturas.

Respecto a lo primero, los aparatos de aire acondicionado resecan mucho el ambiente y, según la persona, pueden generar resfriados y otros problemas de salud. Además, pasar de los agradables 22 grados de las aulas refrigeradas a los más de 40 que puede hacer al salir del colegio a las dos o las tres de la tarde supone un «golpe de calor» que resulta muy nocivo y que puede desembocar en mareos, sofocos y otros problemas.

En cuanto al cambio climático, parecemos no ser conscientes de que estas altas temperaturas, más altas de lo normal, no solo están aquí para quedarse, sino que seguirán subiendo mientras no cambiemos de forma profunda nuestros comportamientos. Cualquier solución que demos a cualquier problema de nuestra vida, de nuestra ciudad, de nuestro país, debe partir de la base de que no puede, bajo ningún concepto, agravar este problema, muy probablemente el más grave del siglo que estamos viviendo.

Por ambas cosas, es urgente que la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento, pero también las muchas personas preocupadas por el calor que pasa la infancia en los centros escolares, tomen conciencia de que multiplicar las consolas de aire acondicionado no es la solución, es un parche que agrava el problema.

¿No hay solución, entonces? Para nada, solo que exige más imaginación, paciencia y esfuerzo. Lo primero es comprender que hay muchas cosas que se pueden hacer para rebajar las temperaturas antes de llegar a darle al ON en el mando del aire. Creación de sombras en los patios de juego, uso de las corrientes de aire para ventilar y enfriar los edificios recalentados (especialmente por la noche), mejoras de los aislamientos, uso de toldos en las fachadas, sustitución de cubiertas convencionales por otras vegetales, empleo de materiales porosos para los pavimentos exteriores, uso de pinturas reflectantes, reducción del tráfico en el entorno de los centros educativos..., las ideas no faltan y su viabilidad está más que demostrada. Es también recomendable el uso de ventiladores en las aulas, así como la adaptación de los horarios escolares, excluyendo la educación física de la segunda mitad de la jornada escolar, por poner sólo algunos ejemplos.

Esta breve columna no pretende ser un compendio de soluciones, simplemente una llamada de atención sobre las consecuencias del uso y abuso del aire acondicionado para la salud de nuestras hijas e hijos y para el entorno que nos alberga. Es necesario que nuestras reclamaciones como padres y madres incluyan estas cuestiones para que las administraciones hagan su trabajo correctamente.

* Padre y miembro de EQUO