Irene Montero, actual pareja de Pablo Iglesias, a través de un mensaje en las redes sociales ha querido compartir que «Estoy embarazada de casi 13 semanas, y dentro de mí crecen dos criaturas... Somos inmensamente felices y afortunados de poder compartir este camino... Poco a poco aprendo que la maternidad es un proceso tan hermoso como intrincado... Mi cuerpo empieza ya a contarlo con sus propios cambios...». Tratándose de unos futuros padres que siempre han hecho gala de un rabioso proabortismo, y dejando al margen la melosa cursilería progrepodemita de género que entrevera todo el mensaje de Irene, es de agradecer que se refiera al fruto de su doble embarazo con el término «criaturas», y no como simples «seres vivos no humanos», o como una excrecencia interna formada por una pelota de células que puede extirparse a voluntad de la mujer: que es como consideran los abortistas a esas mismas criaturas cuando se trata de justificar el derecho a matarlas. Por eso, choca la ternura y el alegre sentimiento de maternidad que Irene muestra al referirse a unos hijos «de casi 13 semanas». Aunque también choca comprobar que, donde hoy radica el derecho a nacer y por el que pasamos a proteger amorosamente a un ser humano en gestación, es en el mero deseo de la madre: el hijo deseado, vivirá; mientras que quien resulte rechazado, morirá. Y esta lógica terrible, que traza la línea del derecho a la vida de unas criaturas inocentes sOlo en el deseo, ataca frontalmente la dignidad humana que debiera respetarse en todo ser humano, desde su gestación hasta su muerte natural.