Resiliencia de nuestros pequeños y medianos pueblos tras esta pandémica perturbación, excepcional e inesperada? La gran recesión de 2008 se sembró dentro del sistema pero ésta ha sido sorpresiva, aunque dicen que el virus se escapó en una provincia china, y es de carácter global, diferente a un terremoto y a un volcán en sus efectos.

¿Cómo va a evolucionar la economía tras Covid-19 en nuestros pueblos ?

No es cuestión trivial ésta porque no se sabe si las economías serán más centrípetas hacia las grandes ciudades o se tornarán centrífugas hacia esos pueblos.

Tampoco es cuestión desconocida.

Se sabe que las urbanizaciones de las grandes ciudades diseñaron el mecanismo de fuerzas de atracción de población y capital; es decir, fuerzas centrípetas que dejaron vacíos los pueblos, incapaces de luchar contra las economías de escala y la red de comunicaciones entre grandes ciudades.

Algunos creen que el covid-19 nos ha mostrado la fragilidad y vulnerabilidad de este modo de vida en megaciudades.

La geografía de la covid-19 tiene mucho que ver con la aglomeración de poblaciones en territorios de concentración industrial y de servicios personales, de modo que el nuevo mantra es esa distancia social, que rompe con la lógica del cara a cara, como método de comunicación.

¿Va el covid-19 a ayudar o va a obstaculizar el desarrollo de áreas periféricas y de pueblos que se vacían ?

Si la tendencia fuese hacia la centrifugación, dado que la densidad elevada en las aglomeraciones favorece la extensión del contagio en la comunidad y que el confinamiento obliga a las familias a permanecer en los hogares, muchos ciudadanos preferirán vivir en pueblos que no estén en zona de sombra digital para ganar movilidad y disfrutar de mejor ambiente.

El trabajo remoto hará más atractivo vivir en zonas no tan ruidosas y aglomeradas, porque además supondrá menor coste en tiempo y en dinero por causa de los innecesarios traslados para técnicos, comerciales y directivos de organizaciones públicas y privadas.

Pero muchos pueblos no disponen de infraestructuras de digitalización de la información ni adecuados servicios de salud y de educación y sufrirán más si las empresas que en ellos están ubicadas quiebran. Tendrán que mejorar su conexión física con la gran ciudad.

Desde el lado de la demanda los pueblos podrán aprovechar las oportunidades que se han despertado con el covid-19, como son teletrabajo, tele servicio a domicilio, turismo de proximidad.

Desde el lado de la oferta conviene a los pueblos entrar en cadenas de suministro como Amazon y saber utilizar con inteligencia las subvenciones al empleo.

Pero, a largo plazo, se desconoce cómo cambiarán, si se modifican, las preferencias del consumidor y si los pequeños pueblos salen de sus zonas de sombra y pueden beneficiarse del teletrabajo.

Durante este verano se ha saturado la oferta de turismo rural pero al mismo tiempo están cerrando muchos empresarios autónomos. Tras Covid-19 nuestros hábitos van a cambiar.

Se desvelarán nuevas oportunidades y se dispondrá de una red más amplia de canales de abastecimiento.

Pero cambiar un hábito exige un tiempo entre 18 y 254 días, con un valor medio de 10 semanas.

Durante la pandemia ha descendido la compra de automóviles, el consumo de café, las hojas de afeitar con sus cremas pero subió el consumo de Internet; durante un corto periodo el consumo de papel higiénico y el de las mascarillas fue errático pero ascendente. Y se ha disparado el consumo de pantalones para correr o chándal.

Las preferencias hacia dónde vivir están cambiando por efecto del covid-19.

Han crecido extremadamente las preferencias por espacio fuera de casa, la necesidad de más velocidad en la banda ancha, de luz natural y de estar cerca de espacios verdes y ahora, de mayor espacio para poder teletrabajar en casa.

Muchos estudiantes no alquilan apartamentos si la enseñanza es semipresencial y se quedarán en los pueblos sin necesidad de permanecer en Córdoba.

No se tiene certeza sobre cuál será el resultado final tras acabar la pandemia ni de cómo y a qué ritmo funcionarán las fuerzas centrípetas y centrífugas.

Las respuestas no son sencillas. Las grandes ciudades no van a morir pero puede haber menor número de traslados a ellas. Quizás surjan para pueblos periféricos, que dispongan de infraestructuras de servicios, nuevas oportunidades que frenen la emigración e, incluso, alienten la llegada de nuevos colonizadores.