Tenía que ser así. Si dejó la ejecutiva del Partido Popular para no dañar a la formación en la que milita, lo normal es que deje el escaño para no dañar --utilizando su propio razonamiento-- a una institución como el Congreso de los Diputados, que es más importante que un partido político. María Dolores de Cospedal dejará su acta de diputada tras su particular calvario por las grabaciones del excomisario Villarejo, y con ello la política, pues ya no será cabeza de lista del PP a las europeas y deberá volver a su vida laboral como abogada del Estado o al sector privado. Eso sí, al irse ha dejado un reproche a sus compañeros, pues les pide que «cierren filas ante las injusticias».